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De la reina Elisenda a la enfermería del XVI

Àngels Piñol

La restauradora vasca Leire Marcos estaba la semana pasada retocando con un pincel la tumba de la reina Elisenda en la parte que da a la iglesia y en la que, con su corona, se muestra a los fieles como monarca. "Ahora ya está bien, pero había muchas salpicaduras de cera", cuenta la joven restauradora, de la empresa de Javier Chillida, sobrino del célebre escultor vasco, que, con un equipo de cuatro personas ha trabajado durante medio año en el sepulcro de la reina del claustro donde descansa como penitente. Allí han recuperado el fondo del cielo aunque las estrellas, no se sabe si doradas o plateadas, se han perdido. El fondo es ahora azulado con nebulosas blancas.

Los trabajos en la tumba de la reina han sido uno de las principales tareas del monasterio en 2007. Ahora tiene en mente dos proyectos más: restaurar la fantástica capilla de Sant Miquel, con las pinturas de Ferran Bassa, y recuperar la antigua enfermería del siglo XVI, de cuatro grandes salas con cocina, donde eran atendidas las monjas que sufrían alguna epidemia para aislarlas del resto. El tiempo parece haberse detenido en el magnífico lugar, con enormes fogones y baldosas con tonos verdes. "Es un espacio fosilizado", dice Castellano que quiere recrear el ambiente de la enfermería con los botes de cerámicas de los boticarios, morteros y escudillas de la época. La enfermería está ocupada por la exposición Petras Albas (piedras blancas, nombre del que procede Pedralbes).

El monasterio ha superado sin problemas la marcha de la colección Thyssen. "Cuando se instaló aquí tuvimos un aumento de visitas pero luego se estabilizó. Y estamos más o menos igual, unas 60.000 personas al año. Por sí solo, el monasterio tiene mucha tirada", argumenta Castellano en alusión a los visitantes que acuden a Pedralbes, muchos alemanes y americanos enamorados del gótico. "La marcha de la Thyssen puede parecer una pérdida, pero fue una conquista porque las salas que ocupaba, el dormitorio y la sala de la reina, son las únicas que tenemos con condiciones de control de clima y humedad. Y es ahí donde exponemos los tesoros del monasterio". Y Pierrette añade: "Estamos contentas pero la verdad es que la Thyssen nunca nos molestó".

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