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Bruselas flexibiliza su idea de dividir los gigantes energéticos

Una nueva propuesta protege la integridad de E.ON y EDF

Andreu Missé

Los grandes grupos energéticos alemanes (E.ON y RWE) y franceses (EDF y GdF) se están saliendo con la suya. La propuesta de Bruselas de separar la producción del transporte de energía, con la segregación total de la propiedad de las redes para facilitar la entrada de nuevos proveedores y mejorar así la competencia habrá que guardarla para mejores tiempos. Un grupo de ocho países, liderados por Francia y Alemania, ha logrado que la Comisión Europea vea como "una contribución positiva" su propuesta, que evita la efectiva ruptura patrimonial de los gigantes energéticos europeos.

La Comisión considera que esta propuesta es "una útil contribución a tener en cuenta en las próximas discusiones". "Sin embargo", añade, "en la forma en que se ha propuesto no crearía los incentivos para que los operadores del sistema de transmisión invirtieran de manera no discriminatoria y en general promovieran el mercado, un justo y eficiente funcionamiento de la red y la transparencia", según un documento interno de la Comisión al que ha tenido acceso este diario.

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El documento reconoce que la propuesta liderada por Francia y Alemania mejora la situación actual "al reforzar la regulación en el nombramiento de los gestores de las redes de transmisión y aumentar la independencia sobre las decisiones de inversión". Pero apunta que debe incluir otros requisitos: la separación debería afectar tanto al gas como a la electricidad, los operadores de la red deberían ser completamente independientes de los productores en gestión e inversión, y la cooperación regional debería ser efectiva.

El dilema de Barroso

La segregación de la propiedad de las redes de las grandes empresas energéticas ha sido una de las prioridades del presidente de la Comisión, José Manuel Barroso, tanto para mejorar la competencia como para avanzar en la lucha contra el cambio climático. Barroso, que ya engrasa sus contactos para asegurarse un segundo mandato al frente del Ejecutivo comunitario, sabe que sus anhelos se desvanecen sin el apoyo de Nicolas Sarkozy y Angela Merkel. Esta propuesta le permitiría una salida airosa, aún a costa de posponer los intereses de los consumidores.

Durante los dos últimos años, la ruptura de los grandes conglomerados energéticos ha tomado tintes de auténtica cruzada en los discursos de Neelie Kroes, comisaria de Competencia. Kroes enfatiza que "existen conflictos de interés cuando una compañía vende gas o electricidad y al mismo tiempo controla los gaseoductos y cables que otros suministradores necesitan para proveer a sus clientes".

El comisario de Energía, Andris Piebalgs, ha advertido de los riesgos para la política medioambiental de abandonar la separación de redes. Bruselas quiere que buena parte de electricidad sea generada en el futuro por "pequeños productores de energía solar, eólica o mediante olas". Y, como comentaba Piebalgs en una reciente carta a Angelika Niebler, presidenta del Comité de Energía del Parlamento Europeo, "es obvio que las compañías integradas verticalmente no tienen interés" en el desarrollo de "redes inteligentes" que faciliten a esos pequeños productores la venta de energía.

Según la Comisión, en los países en los que no hubo segregación de redes el precio de la electricidad para las familias de bajo consumo aumentó en la última década un 30% más que en los que sí las separaron. 13 países, entre ellos Reino Unido y España, han efectuado ya la segregación en electricidad, y siete lo han hecho en el gas.

Neelie Kroes.
Neelie Kroes.

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