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La carrera hacia la Casa Blanca

Bush avala las credenciales conservadoras de McCain

Antonio Caño

Mientras el Partido Republicano trata de resolver una polémica un tanto estéril y artificial sobre si su candidato presidencial, John McCain, satisface los exigentes paladares de los eruditos de la derecha, el presidente, George Bush, ha salido a la palestra para sentenciar que su viejo rival, el senador por Arizona, "es un verdadero conservador".

Bush lo hizo discretamente, en una breve entrevista a la cadena Fox, y sin la presencia del propio McCain, que debe de tener cierto temor a que el apoyo de un presidente con un índice de popularidad del 30% acabe siendo el abrazo del oso. Pero la verdad es que esas palabras le sirven ahora al candidato republicano para ganarse las simpatías de una base republicana muy conservadora, entre la que la opinión sobre Bush es diferente de la del resto del país.

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La designación de McCain como candidato republicano no está en peligro en este momento. Pero sí, en cierto modo, su credibilidad en el conjunto del partido. Mike Huckabee, el pastor evangélico que corre con un programa a su derecha, le ha ganado dos Estados este fin de semana. Su mensaje de conservadurismo social tiene también buenas posibilidades de encontrar respaldo hoy en Virginia y quién sabe si también en Tejas. "Muchas cosas pueden ocurrir todavía", ha pronosticado Huckabee.

Lo peor que le puede ocurrir a McCain es que, al no ganar en los Estados con una base republicana más conservadora, sus credenciales republicanas sigan siendo puestas en duda. En este sentido, el respaldo de Bush le ayuda. Bush no es sospechoso de hablar por simpatías personales. El presidente y el actual candidato tuvieron un feroz duelo electoral hace ocho años y nunca fueron amigos a lo largo de toda esta Administración. McCain es en gran medida responsable de la presión que obligó a destituir a Donald Rumsfeld como secretario de Defensa y, en última instancia, a modificar el rumbo en Irak.

Al validar ahora el conservadurismo de su antiguo rival, Bush le echa una mano y ayuda, de paso, a unificar el Partido Republicano. Por encima de cualquier disputa ideológica, los republicanos ven en este momento, y después de dos años de continuo declive, una posibilidad cierta de seguir en la Casa Blanca. Mientras los demócratas tienen todavía un largo duelo por delante, los republicanos quieren unir fuerzas, ahorrar combustible y pertrecharse para la batalla de noviembre. Ése es el mensaje de Bush.

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