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Mil serbios arrasan en Kosovo dos puestos fronterizos

El objetivo de los asaltantes era impedir que se izara la bandera kosovar

Ramón Lobo

La imagen está cargada de simbolismo y advertencia: un millar de jóvenes serbios, algunos enmascarados, destruyeron ayer los puestos aduaneros de Jarinje y Bruja, al norte de Mitrovica. A uno le prendieron fuego; al otro, lo arrojaron al río.

Es su forma de borrar la frontera recién creada y rechazar la secesión de un territorio que consideran la cuna de su identidad y el panteón de sus mitos nacionales. Aunque el primer ministro de Kosovo, Hashim Thaçi calificó lo ocurrido de "incidente aislado que no va a empañar las celebraciones", se trata del más grave desde el domingo, tras la proclamación unilateral de la independencia.

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No fueron actos vandálicos espontáneos. Los asaltantes se desplazaron en autobuses desde Mitrovica-norte, contaron con refuerzos desde Serbia y actuaron organizadamente. Su objetivo era impedir que se izara la nueva bandera kosovar, algo que no estaba previsto por falta de enseñas. Aunque los atacantes parecían más hinchas radicales de un equipo de fútbol al que le han robado el partido que unidades paramilitares, en las guerras de Croacia y Bosnia-Herzegovina en la década de los noventa no había excesiva diferencia entre los exaltados y los asesinos: los primeros alimentaban a menudo las filas de los segundos.

La policía de Kosovo y las fuerzas de la OTAN presentes en el país (KFOR) tuvieron que desplegarse urgentemente para evitar males mayores. La frontera quedó clausurada temporalmente. El portavoz de KFOR, Bertrand Bonneau, informó después de que todos los puestos fronterizos de Kosovo han sido reforzados y de que el resto del país se mantiene en paz.

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"La KFOR y la policía de Kosovo controlan por completo el norte y las fronteras", aseguró Thaçi en una rueda de prensa conjunta con Javier Solana, el responsable de Política Exterior de la UE, celebrada ayer en Pristina, e insistió en que las minorías (serbios) están protegidas y que deben sentirse seguros en la nueva realidad. Solana alabó esos esfuerzos y dijo que la UE tiene una posición común sobre Kosovo. Puso de ejemplo la misión de policía y justicia (cerca de 2.000 efectivos) que comienza a desplegarse. El representante europeo (primer mandatario internacional en pisar el nuevo Estado) no quiso enredarse en las cuestiones más delicadas. Dijo que los reconocimientos internacionales son una cuestión que cada país miembro deberá resolver según su legislación e intereses.

La destrucción de las instalaciones aduaneras de Jarinje y Brnja y las manifestaciones que cada día se van a celebrar en Mitrovica-norte (en la de ayer ondeaba la bandera española entre un mar de serbias), son parte de una misma estrategia: imponer la secesión de las tres municipalidades del norte donde viven un 40% de los aproximadamente 100.000 serbios que quedan. Es la nueva batalla en el campo de los mirlos, que es el significado del nombre de Kosovo.

Mientras que el Gobierno de Serbia de Vojislav Kostunica, airea su enfado y llama de regreso a sus embajadores en los países que reconocen la independencia, mueve entre bambalinas los hilos de las protestas, las de Belgrado y las otras.

El principal partido de la oposición en la Republica Srpska (la entidad serbia de Bosnia-Herzegovina) pidió ayer la secesión del territorio y su incorporación a Serbia. Se trata de un brindis al sol que podría convertirse en una amenaza real si el Partido Radical se hace con el poder en Serbia en unas eventuales elecciones anticipadas.

Mitrovica es la asignatura pendiente de la comunidad internacional. Ahora se paga el precio de años de compadreo y aplazamiento de las medidas a tomar (ayudó mucho la política de Francia en aquellos años). Desde el final de la guerra, tras los bombardeos de la OTAN en 1999, la Administración de la ONU que ha gobernado Kosovo ha permitido esa separación de hecho entre las dos comunidades.

Las autoridades de Pristina jamás tuvieron autoridad en el norte. Los incidentes de ayer (y otros en días pasados, como lanzamiento de granadas de mano contra edificios de la ONU y casas de albaneses que abandonaron esa parte de la ciudad hace años) tratan de convertir la situación en definitiva. Es el gran reto del nuevo Estado y de sus patrocinadores, que el Gobierno sea efectivo en la totalidad del territorio. De él depende su viabilidad y convivencia pacífica.

[Austria se sumó ayer al grueso de países de la Unión Europea que han reconocido la independencia de Kosovo. El canciller federal austríaco, Alfred Gusenbauer, dijo ayer que "la independencia de Kosovo es una realidad" que será reconocida de forma oficial en el Consejo de Ministros de hoy, informa Efe. El jefe del Gobierno aseguró que esa decisión no contraviene el apoyo de Austria al camino europeo de Serbia].

Un policía de la ONU, ante el incendio provocado por manifestantes serbios.
Un policía de la ONU, ante el incendio provocado por manifestantes serbios.REUTERS

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