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Bolonia y el euskera como principales retos formativos

El debate del número de plazas de Medicina coincide con la reestructuración de los planes de estudio universitarios para adaptarlos al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). La comunidad universitaria ve en la reforma de los títulos, conocida como proceso de Bolonia, una oportunidad para adecuar la carrera a las nuevas realidades sociales que están detrás de la crisis de Osakidetza, como el envejecimiento de la población. La apuesta por un modelo de aprendizaje más práctico y autónomo puede derivar también a una licenciatura con mayor contacto con los pacientes. "Ahora nos enseñan a memorizar, pero no a razonar", sostiene la estudiante Ana Hernández.

El catedrático José Antonio Vázquez confía en que el proceso sea "toda una revolución", pero ve en el MIR una limitación mayor: "La principal motivación de los estudiantes es cómo sacarlo, lo que obliga a primar contenidos teóricos que no van a utilizar en su vida, por encima de las prácticas generalistas", critica. Sin embargo, celebra que con el EEES no todos los MIR serán iguales: "habrá uno para cirugía, otro para medicina general, el dirigido a la investigación...".

El alumnado "demanda más clases prácticas", coincide el director del departamento de Pediatría, Pablo Sanjurjo. Aboga por integrar a los estudiantes de los últimos cursos en los centros de salud como "una especie de pre-residentes". "Pero para eso hay que lograr por convenio que desde el gerente al último residente hagan docencia", recuerda. Ambos creen que el futuro traslado de la facultad de Medicina a Basurto será positivo. "Leioa está en el monte: no facilita un contacto temprano con pacientes", señala Vázquez.

Médicos bilingües

La exigencia de acreditar un buen nivel de euskera dificulta cubrir las especialidades más deficitarias. El 43% de alumnado de nuevo ingreso de la licenciatura ya se matricula en euskera, pero en los últimos cursos se encuentra con la falta de asignaturas en esa lengua debido a la escasez de médicos bilingües. En Cruces, por ejemplo, sólo 65 de los 220 créditos obligatorios se imparten en euskera.

Sanjurjo cree que la UPV ya ha abordado una buena política de euskaldunización. "En mi departamento tengo tres profesores bilingües. En los centros de salud se establece que haya un euskaldun por equipo, y más aún en Pediatría, donde es preferente por tratar con niños", detalla. Vázquez llama a abordar el problema "quitándole todo vestigio político y demagógico, y orientándolo hacia la calidad docente".

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