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Solteros como Cristo

El celibato no es dogma de fe. Es disciplina, opción recomendada que garantiza entrega, fe, espiritualidad. Los religiosos, y muchos laicos, lo asumen, en teoría libremente, por dos motivos básicos: imitar a Cristo y dedicarse sólo a la Iglesia. Es una vieja costumbre: se recomendó por primera vez en el concilio de Elvira, año 306, y desde entonces, la Iglesia romana ha perseguido, a veces hasta la excomunión, a los insumisos.

Tras debatir el asunto, el Concilio de la apertura, el Vaticano II, decidió mantener la "conveniencia" de respetar el celibato. Hoy, el debate sigue abierto, y no todas las congregaciones y órdenes lo asumen con el mismo entusiasmo. Los jesuitas, por ejemplo, se muestran bastante más irónicos y abiertos a discutir el asunto que otros. Josep M. Benítez, profesor de Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana, subraya: "El celibato al ser una cuestión disciplinar, es tan revisable como cualquier otra cosa que no sea dogma".

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Para el cardenal Julián Herranz Casado, del Opus Dei, los tres motivos que dio el Concilio Vaticano II para mantener el celibato siguen vigentes: "La imitación de Cristo por parte del sacerdote es el motivo teológico; el eclesiástico es que el celibato significa la plena dedicación a la Iglesia esposa de Cristo"; y hay una tercera razón: "Quien lo elige lo hace por el reino de los cielos".

Esa línea de pensamiento, que defiende Benedicto XVI, se apoya en una teoría de Freud, según ha dicho Herranz recientemente: "Existen hombres y mujeres capaces de sublimar el instinto sexual, y de transformar el eros en ágape (amor)". Por eso, a juicio del Papa, el celibato "no es una negación de la humanidad sino una manifestación de amor pleno".

Pero los tiempos cambian y el Vaticano sabe que hace falta firmeza, como se vio en la reciente excomunión del arzobispo zambiano Milingo. Según el congoleño Juvenal Ilunga, profesor de Teología en la Pontificia Universidad Urbana, la decisión "fue muy bien recibida en África por una comunidad que admira la capacidad de renuncia de los sacerdotes".

¿Una hipotética moratoria del celibato? Sería una "enorme pérdida" para la Iglesia católica, sostiene Ilunga: "Es nuestra fuerza, el tesoro de nuestra identidad, la expresión más generosa de espiritualidad".

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