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Reportaje:Elecciones 27M | Las caras de los problemas

"Se tomaron mi embarazo como un ataque personal"

A Raquel Iglesias siempre le preguntan en las entrevistas de trabajo si va a tener hijos

"¿Cambió de actitud tu jefe tras la baja maternal?", pregunta Mireissa en un foro femenino en Internet. Raquel Iglesias, de 34 años, responde a la llamada de socorro con un consejo legal y un resumen aséptico de su caso personal en el Hotel II Castillas de Madrid. Se ha convertido en una experta. Cita leyes por su nombre: número, barra, número; puede recitar artículos enteros sin pestañear. Y sabe perfectamente cómo ha empezado a sentirse Mireissa. Por eso ha respondido tan rápido. Quiere ahorrarle lo que viene después.

"Al principio no te das cuenta. Cuando mi jefa me pidió que firmara una carta renunciando a mis derechos de maternidad, me reí. Lo atribuí a su inexperiencia. Igual que cuando no me daban el uniforme de embarazada y tenía que ir con la camisa a reventar", recuerda. "Me convertí en un problema. Me hacían sentir culpable diciéndome que mis compañeros tenían que alargar sus turnos por mi culpa. Te hacían sentir como una aprovechada por tener un hijo. ¡Y yo me lo llegué a creer!".

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Raquel se recupera de una depresión. Ganó el juicio contra su empresa, pero el miedo al sinfín de pequeñas venganzas que caben en la legalidad y en una jornada laboral pudo más que su victoria. Dimitió. "Cuando mi marido fue a buscar mi finiquito, mi jefa le juró que nunca jamás volvería a contratar a una mujer. A mí, en una reunión sobre horarios, me había gritado: '¡Yo no tengo por qué tener en cuenta los problemas personales de los empleados!'. Yo no tenía ningún problema personal. Tenía un hijo".

Pasaron meses de desplantes hasta que presentó la demanda. Sus compañeros dejaron de hablarle. Le retiraron todas sus funciones. "Me echaba a llorar en cuanto me ponía el uniforme. La directora me dijo de repente que tenía que ir con el pelo recogido y sin pendientes. Me prohibieron guardar el carrito del niño donde todos guardaban sus cosas... Llevé los pendientes al juicio para que los viera la juez", recuerda mientras se pellizca los lóbulos de las orejas, adornadas con dos lunas diminutas.

Ahora busca trabajo. "Lo primero que te preguntan es si tienes hijos o si los vas tener. Cuando estudiaba, veía a mi madre y pensaba: 'A mí esto no me va a pasar'. No hemos avanzado nada. Tengo 34 años y mi carrera profesional se ha acabado porque he sido madre. ¡Me siento tan defraudada!".

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Raquel Iglesias, en su casa de Madrid.
Raquel Iglesias, en su casa de Madrid.BERNARDO PÉREZ

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