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La Unión Mediterránea contará con una copresidencia que durará dos años

España condiciona su apoyo a un acuerdo entre Europa y los socios de la orilla sur

Los jefes de Estado y de Gobierno de la UE abordarán en la cena de esta noche la propuesta franco-germana de crear una Unión para el Mediterráneo que dé nuevo impulso al proceso de cooperación entre ambas orillas lanzado en 1995 en Barcelona. El documento de base elevado a los diferentes mandatarios "es sólo un acuerdo entre Francia y Alemania", según Alberto Navarro, secretario de Estado para las Relaciones con Europa, y contempla una copresidencia de dos años de duración. España está satisfecha con su magro contenido porque lima de forma drástica las ambiciones iniciales de Nicolas Sarkozy. Un politólogo estudioso de la región considera que "es una retirada al 90% de Sarkozy".

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En apenas una página y un párrafo, la propuesta a debatir esta noche define una arquitectura institucional y propone que el llamado proceso de Barcelona pase a ser llamado Unión para el Mediterráneo. Esa Unión entre los Veintisiete europeos y los Once de la ribera sur "buscará, más allá de la cooperación existente en las cuatro vertientes

[política, económica, de seguridad y cultural], reforzar el acercamiento entre sus participantes para el desarrollo de nuevos proyectos de dimensión regional". La financiación de esos proyectos correrá a cargo de los fondos de cooperación ya existentes en la UE y de otras fuentes, incluidas las privadas.

"Es necesario conocer primero la posición del resto de los países europeos y luego alcanzar un acuerdo con los países de sur", dice Alberto Navarro, para quien, de momento, es sólo una propuesta diseñada entre Francia y Alemania. El secretario de Estado insiste en la necesidad de un acuerdo con los países de la otra orilla para establecer el contenido de este nuevo marco de cooperación. "De lo contrario, esto parecería un diktat del norte al sur".

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El jefe del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, manifestará durante la cena su apoyo al plan, aunque insistirá en que quede claro que es continuación del proceso de Barcelona, informa Miguel González.

El gran plan inicial de Sarkozy -que soñaba con crear una "unión política, económica y cultural" entre ambas orillas mediterráneas cerrada a los demás socios comunitarios- ha quedado reducido a la mínima expresión en una tarea de zapa ejecutada por la Alemania de Angela Merkel con el apoyo de todos los demás.

"Lo primero que se ve es que cambia la etiqueta: de proceso de Barcelona a Unión para el Mediterráneo. Es el mínimo común denominador", apunta Michael Emerson, un especialista del Centro de Estudios de Política Europea (CEPS).

En el plano institucional, el papel franco-germano establece la celebración de una cumbre entre todos los países cada dos años y la creación de una copresidencia de dos años de duración, cubierta con un país europeo y otro del sur. Tal presidencia conjunta será apoyada "por un secretariado ligero" de una veintena de personas. La idea es que esa copresidencia corra a cargo de los países ribereños por turno y que se abra a los restantes de la UE una vez agotada la lista. Ahora hay ocho países costeros europeos (incluido Portugal), lo que supone esperar 16 años antes de que un país como Alemania pueda ocupar tal posición.

España hace notar que los regímenes de copresidencia nunca han funcionado en la UE. A esa deficiencia genérica debe añadirse la posibilidad de que Israel, uno de los socios de la UE en la región, llegue un día a copresidir la Unión para el Mediterráneo, proposición inaceptable para los otros árabes.

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