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Las consecuencias del 9-M

Zaplana se va, Gallardón se queda

La renuncia del portavoz en el Congreso despeja una vía de renovación del PP

Pablo Ximénez de Sandoval

Lo había anunciado antes de Navidades, pero lo confirmó cuatro días después de perder las elecciones. Eduardo Zaplana, portavoz del PP en el Congreso, se apartó ayer voluntariamente de la élite política. No será portavoz parlamentario -en diciembre dijo que no repetiría en ningún caso- y se quedará como diputado raso. Dejará así de ser el rostro del PP en el día a día de la política española. Sobre todo, dejará de marcar la estrategia y el tono en el Congreso. El que fue portavoz del Gobierno en aquel fin de semana del 11-M dijo ayer, cuatro años después: "Hay que saber quitarse de la primera fila cuando toca".

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Zaplana habló con Rajoy el miércoles y le comunicó que no quería nada. El líder le ofreció estar en la Mesa del Congreso, pero lo rechazó. Ayer Rajoy dijo que da "las gracias" al portavoz por "el gran esfuerzo que ha hecho estos cuatro años". De sus palabras no se pudo deducir que haya hecho el más mínimo intento para que Zaplana reconsidere su decisión.

En su despedida, una extensa conversación con periodistas, el portavoz dijo sentirse "muy orgulloso" de la legislatura. "El grupo ha trabajado bien, francamente bien, y a las pruebas me remito". Zaplana insistió en que los resultados del PP son buenos -ha ganado seis escaños tras las elecciones- y en que su partido, gracias a la oposición dura que él, junto a Ángel Acebes, lideró, ha estado a punto de ganar las elecciones. Zaplana, la cara más visible en el PP de las dudas sembradas sobre el 11-M, reivindica su papel, aunque admite que se marcha para dejar paso a la "necesaria renovación". Incluso enemigos acérrimos del portavoz destacaban ayer la elegancia y la rapidez con la que ha anunciado su salida.

El entorno de Zaplana insiste en que él, que lo ha sido casi todo en política -alcalde, presidente de comunidad con mayoría absoluta y ministro- no tiene intenciones de dejar la política y piensa ser influyente como otros diputados rasos, entre los que citan a Alfonso Guerra.

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El antiguo líder del PP valenciano anunció su renuncia en Madrid, mientras Rajoy estaba en las fallas de Valencia recibiendo elogios de Francisco Camps y Rita Barberá. Antes de que se hiciera pública la decisión de Zaplana, Camps ya estaba pugnando con Esperanza Aguirre por colocar a un hombre suyo como portavoz en el Congreso. Ni el presidente valenciano ni Aguirre disputarán el puesto de Rajoy de momento, pero sí todas las demás cuotas de poder vacantes.

Casi a la misma hora, ayer se supo también que Alberto Ruiz-Gallardón ya ha terminado la "reflexión" que iba a "abrir" después del 9 de marzo sobre su carrera política. El alcalde de Madrid, en las tinieblas del partido desde enero, ha esperado quieto, sin hacer ruido, hasta ver una luz en el camino para saber por dónde avanzar. Esa luz es que Rajoy anunció el martes que quiere seguir al frente del PP, esta vez con su "propio equipo". Se enfrenta con esta decisión al coro mediático que ya pedía su cabeza tras presentarlo como la salvación de España. El mismo coro mediático que desprecia a Gallardón. Y ayer el alcalde habló. Expresó un apoyo rotundo y sin condiciones a Rajoy para que se imponga en el congreso del partido en junio y conforme un nuevo equipo "con plena y absoluta libertad". Sobre abandonar la política, Gallardón no sabía ayer de dónde podía haber surgido semejante idea.

El otro alfil del aznarismo en las filas de Rajoy, Ángel Acebes, asumió el lunes su papel y fue el primero en analizar oficialmente la derrota electoral. "Hoy representamos más que nunca la centralidad en España y vamos a actuar en consecuencia durante toda esta legislatura", dijo. Acebes es consciente de que, para buena parte del PP, ser un partido de centro y actuar en consecuencia pasa por retirarlo también a él de la primera línea.

Mariano Rajoy saluda a las falleras de la corte mayor en el balcón del Ayuntamiento de Valencia.
Mariano Rajoy saluda a las falleras de la corte mayor en el balcón del Ayuntamiento de Valencia.EFE
"No pasa nada por quitarse de la primera fila cuando toca".Vídeo: ATLAS

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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