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El franquismo divide a la Cámara

El franquismo sigue siendo fuente de tensión en el Parlamento de Galicia. El PP votó ayer en contra de una propuesta del BNG, pactada con el PSdeG, que reclama a la Xunta la eliminación de los edificios públicos de "toda simbología fascista", así como "la supresión de los nombres de los edificios que hacen referencia a personas representantes o partidarias de la dictadura franquista". La propuesta salió adelante con los votos de los grupos que apoyan al Gobierno.

Para el PP, esta iniciativa no pretende otra cosa que impedir que políticos como Manuel Fraga, Adolfo Suárez o Manuel Gutiérrez Mellado, que ocuparon puestos relevantes en el franquismo pero ejercieron también cargos de responsabilidad en democracia, puedan dar nombre a un edificio público y por eso proponían una enmienda que se limitaba a reclamar la eliminación de "toda simbología contraria la Constitución Española de 1978".

El portavoz del PP, Agustín Baamonde, acusó al Bloque de querer considerar "buenos a unos y malos a los otros" y de estar obsesionados con el franquismo.

Toda guerra civil, afirmó, es un "acontecimiento trágico" que exige un esfuerzo de "superación". No se puede resolver "desde el olvido", precisó, pero "tampoco desde el revisionismo; no es posible borrar el franquismo por decreto".

En opinión de Baamonde, no se puede condenar a todas las personas que tuvieron cargos políticos durante el franquismo "porque tenían que vivir". "¿Quién va a expedir el título de partidario del franquismo?", se preguntó.

El autor de la propuesta, el nacionalista Manuel Parga Núñez, ni si quiera consideró la propuesta del PP, al que acusó de querer mezclarlo todo porque les sigue costando "convivir con el legado del franquismo". Es verdad, convino, que muchas personas tuvieron que vivir durante el franquismo, pero también lo es que otras muchas "tuvieron que morir", recordó, porque así fue decidido por el dictador.

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Las palabras de Parga provocaron una airada protesta del PP, cuyo portavoz reclamó, sin éxito, su retirada del Diario de Sesiones. Uno de sus diputados, Ignacio López-Chaves, aprovechó el turno siguiente para contraponer la actitud de su partido con la del Bloque, al que acusó de no condenar el Holocausto.

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