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Reportaje:

Una nueva "Entente Formidable"

Brown y Sarkozy pretenden unir a dos rivales históricos para liderar Europa

Si la retórica se traduce en verdadera cooperación, la cumbre franco-británica de ayer puede marcar un giro histórico en el tradicional equilibrio de fuerzas de la UE. Gordon Brown y Nicolas Sarkozy han sellado una alianza que quiere marcar el ritmo en Europa. En la declaración final hubo bastante humo, pero también el compromiso de cumbres anuales al máximo nivel y ministeriales cada seis meses.

Evocando la Entente Cordiale, el acuerdo de 1904 que acabó con los conflictos coloniales entre los dos países, Sarkozy apeló el miércoles a una "Entente Amigable", para dar el paso cualitativo que va entre la cordialidad y la amistad. Brown, poco amigo de la retórica, apeló a una "Entente Formidable".

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Y es formidable porque no deja de ser una alianza contra natura en términos históricos. Francia y el Reino Unido han vivido enfrentados, con ocasionales momentos de apasionada colaboración. Éste puede ser uno de esos momentos o puede ser sólo el reflejo del cambio de los tiempos: desaparecidas las metrópolis coloniales europeas, se está evaporando también la influencia de sus Estados-nación. Y, a pesar de las apariencias, la UE se consolida como la única forma de recuperar esa influencia, o parte de ella. Dominar la UE otorga poder. "Compartimos la misma visión sobre el futuro de Europa; Europa tiene que ser una Europa global, ha de mirar al resto del mundo. Creo en una Europa abierta y reformada actuando como una fuerza para el bien. Con el Reino Unido y Francia en el centro de Europa, podemos cambiar las cosas para el futuro. Estamos de acuerdo en los cambios que hay que hacer", manifestó Brown en una rueda de prensa conjunta con Sarkozy.

"Yo estaba a favor de Europa y Gordon estaba a favor de la globalización; ahora estamos de acuerdo en una Europa global. Gordon ha entendido que con Europa podrá jugar un mayor papel en el mundo y yo he entendido que para construir Europa hay que aceptar la globalización", dijo Sarkozy. Francia, como él, siempre estuvo a favor de Europa, pero su europeísmo pareció enfriarse en la medida en que la ampliación fue diluyendo el eje franco-alemán. Sarkozy parece haber llegado a la conclusión de que Francia no recuperará el poder que tuvo en Europa y que para recobrar cierta influencia ha de acercarse a Londres. "Es una alianza que no se ha construido contra nadie. (...)Todo presidente francés tiene la obligación de contribuir a la alianza franco-alemana, pero necesitamos también a los británicos. Es la Europa de hoy".

Nicolas Sarkozy y Carla Bruni, a su llegada anoche al banquete ofrecido por la alcaldía de Londres.
Nicolas Sarkozy y Carla Bruni, a su llegada anoche al banquete ofrecido por la alcaldía de Londres.REUTERS
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