Pertinaz sequía
Estamos a la greña por la falta de agua. Y la poca que hay ni siquiera la sabemos racionar para ayudarnos todos durante esta pertinaz sequía. Puede prolongarse mientras reñimos en vez de elaborar planes que prevean y palien su escasez. A lo mejor preferimos rezongar el castizo "viniendo la calor, mi agua no la saca ni dios", a la vez que, no menos castizamente, procesionamos con pendones, estandartes, santos, cruces, rezos, bajo las relucientes estolas, capas y casullas del clero elevando preces al cielo para que junten las nubes proveedoras del tan preciado líquido elemento. Si es por salir a la calle, los obispos no encontrarán mejor excusa que nos culpe del pecado de lesa laicidad contra la divina democracia universal, católica, y, por ello, nos condene al cielo reseco de nubes: más catequesis y fuera Educación para la Ciudadanía.
En fin, nunca llueve a gusto de todos ni hay sequía que no beneficie a alguien. Lo que resulta inaceptable en un país del primer mundo como España es que no haya establecidas y contrastadas medidas preventivas eficientes sobre la racional distribución y uso eficaz del agua sin malgasto, cuando los que entienden de esto llevan años advirtiendo, con responsable y educada ciudadanía, de que nuestro suelo es el más propicio de Europa para ser engullido por el Sáhara.