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Crisis en Zimbabue

La oposición acusa al régimen de preparar una ola de violencia

Tsvangirai, el rival de Mugabe, amenaza con boicotear la segunda vuelta

La tensión se eleva en Zimbabue cada hora que pasa sin que se difundan resultados oficiales de las elecciones presidenciales. Y han pasado ya muchas desde que se cerraron las urnas, a las 19 horas del sábado 29 de marzo. La oposición, que ganó los comicios para el Parlamento, y según todas las estimaciones independientes también las presidenciales, advirtió que el régimen de Robert Mugabe, de 84 años, se prepara para recurrir a la violencia y amagó con boicotear la segunda vuelta si finalmente se convoca.

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El líder opositor, Morgan Tsvangirai, de 56 años, compareció ayer junto a la cúpula de su partido, el MDC, y denunció que el Gobierno está preparando "un ambiente de violencia y de intimidación" para la segunda vuelta. El MDC ve con exasperación cómo Mugabe, en el poder desde 1980, controla los tiempos, retiene los resultados y los va soltando con cuentagotas -ayer le tocó al Senado, de poderes limitados, en el que hay un empate-, mientras los testigos internacionales (observadores y periodistas) van abandonando el país.

Tsvangirai aguardó pacientemente durante casi una semana, durante la cual se comprometió públicamente a aceptar una segunda vuelta, pese a afirmar que superaba el 50% de los votos necesarios para evitarla. Pero ayer dio un abrupto giro en una comparecencia gélida, que no conservaba ya ni un ápice de la vibración de las anteriores. "Mugabe prepara un ambiente de violencia y está movilizando sus milicias y los autoproclamados veteranos de guerra para intimidar", afirmó el líder del MDC, quien añadió: "Quieren una segunda vuelta con muchas zonas en las que la oposición no pueda ni entrar y en estas condiciones no vamos a ir".

Ayer, abogados del partido trataron de presentar una demanda judicial para que se divulguen los resultados inmediatamente, pero ni siquiera pudieron entrar al juzgado. La policía se lo impidió. Su preocupación va más allá de la difusión de los resultados: temen que el régimen convoque la segunda vuelta para dentro de tres meses, en lugar de las tres semanas -ahora ya dos- preceptivas.

La posibilidad de aplazamiento tiene difícil encaje legal, pero es éste un detalle poco importante en un país donde la legalidad se amolda a lo que conviene a su veterano presidente. ZANU-PF, el partido de Mugabe, ha dejado claro que se está preparando ya para la segunda vuelta y todos sus sectores piden tiempo. Los aperturistas, para tratar de encauzar una transición pacífica y sin revanchismo que permita evitar la segunda vuelta y blindar a la cúpula del régimen. El búnker, para movilizar todos los resortes del Estado y de sus cloacas al servicio de la reelección del presidente, pese al 80% de paro y el 100.000% de inflación.

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Tsvangirai trató de ejercer ayer como presidente de facto: dijo que está ya preparando el nuevo Gobierno y que Mugabe no tiene nada que temer. Pero el asfixiante silencio oficial indica más bien que si alguien tiene algo que temer es precisamente él.

Carteles electorales con una pintada en la que se reclama que Mugabe abandone el poder.
Carteles electorales con una pintada en la que se reclama que Mugabe abandone el poder.EFE

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