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Reportaje:El nuevo Gobierno

Ministro de ley y orden

Celestino Corbacho relacionó inmigración e inseguridad en 2007

Corría el año 2001, cuando los alcaldes metropolitanos de Barcelona, casi todos socialistas, se sublevaron contra los Gobiernos de Pujol y Aznar por la falta de policías en sus ciudades. Eran tiempos en los que no había calendario para desplegar a los Mossos d'Esquadra y el Cuerpo Nacional de Policía no cubría sus plantillas. Todo eso generó un clima de inseguridad ciudadana y los alcaldes advirtieron que no lo tolerarían.

Uno de los más beligerantes fue el de L'Hospitalet de Llobregat (264.000 habitantes), Celestino Corbacho. La rebelión se desmoronó en cuanto el consejero de Interior catalán, Xavier Pomés, pactó con él la llegada de 320 mossos a L'Hospitalet varios años antes de lo previsto, un trato preferencial que no tuvo ninguna otra ciudad vecina, ni siquiera Cornellà, donde estaba de alcalde José Montilla.

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En la calle de Nicaragua, sede de los socialistas catalanes, aún se recuerda aquel pacto unilateral, algo que sólo se explica por la obcecación que siempre ha tenido el nuevo Ministro de Trabajo e Inmigración por la seguridad ciudadana, de un lado, y por la defensa de los intereses de su ciudad, por otro. Y es que Corbacho ha planteado en numerosas ocasiones y sin complejos un discurso de "ley y orden" para impedir que la derecha se apropie de él y para evitar que la inmigración se convirtiera en un problema social en algunos barrios de L'Hospitalet, donde los recién llegados rozan el 40% de la población.

"Mi reto es gobernar el fenómeno con políticas que respeten los derechos individuales, aunque la ciudad no puede ser para el último que llegue", dijo ayer Corbacho a modo de declaración de intenciones. "Mi objetivo es ser una sola comunidad plural, diversa, amplia, con una inmigración legal y regulada con contrato de trabajo". El tono es mucho más suave que el empleado en febrero de 2007, cuando el entonces alcalde afirmó: "La inmigración está creando una realidad nueva que nos hace estar a todos más inseguros".

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En su vertiente de ministro de Trabajo, Corbacho se ha marcado como prioridad el diálogo social con sindicatos y patronal, así como la creación de empleo, según anunció ayer en la visita a la Ciudad de la Justicia de L'Hospitalet y Barcelona. Se trata de un gran equipamiento situado a la entrada de Barcelona desde el sur que ilustra la enorme transformación urbanística que se ha producido en la zona bajo el mandato de Corbacho.

Y es que el urbanismo en general y el ladrillo en particular siempre han sido una debilidad del ministro. Fue precisamente como teniente de alcalde de urbanismo de L'Hospitalet que inició en 1983 su carrera política, en la que el azar siempre le ha sonreído. Si en 1994 se convirtió en alcalde fue porque dimitió su antecesor, Juan Ignacio Pujana, acusado de corrupción. Pero al año siguiente despejó cualquier duda sobre su popularidad y logró la primera de sus cuatro mayorías absolutas en unas elecciones municipales, convirtiendo L'Hospitalet en una de las ciudades donde los socialistas cosecharon mejores resultados.

Igualmente, Corbacho llegó a presidente de la Diputación de Barcelona en 2004, cuando José Montilla fue nombrado ministro de Industria y Energía. A algunos de sus íntimos ha confesado que nunca confió en ser consejero del Gobierno catalán, pero sí aspiraba a ocupar algún cargo en el Ejecutivo central. Por ejemplo, Secretario de Estado de Infraestructuras y, siendo muy soñador, ministro de Fomento.

Su confianza arrancó en 2000, cuando después del batacazo electoral de Joaquín Almunia, el PSOE creó una comisión gestora hasta la celebración del 35º congreso. Uno de los dos hombres que designaron los socialistas catalanes en ese sanedrín fue Corbacho. Y fue allí donde el nuevo ministro de Trabajo e Inmigración conoció a Zapatero.

En ese proceso, el PSC apoyó de forma mayoritaria la candidatura ganadora y Corbacho desoyó los cantos de sirena para integrarse en la candidatura de José Bono, que parecía la ganadora pero acabó derrotada. A partir de entonces, el nuevo ministro empezó a tejer una relación muy cordial con Ferraz. Eso explica que el PSOE pensara en él para encabezar una lista socialista al margen del PSC después del desconcierto que produjo la elaboración del Estatut. No en vano, Corbacho procede de la Federación Catalana del PSOE, una de las tres familias socialistas que derivaron en la creación del PSC actual.

El presidente de la Generalitat, José Montilla, felicita al nuevo ministro de Trabajo e Inmigración, Celestino Corbacho.
El presidente de la Generalitat, José Montilla, felicita al nuevo ministro de Trabajo e Inmigración, Celestino Corbacho.EFE

Los objetivos de Corbacho

- "Aplicaré políticas que respeten los derechos individuales, aunque la ciudad no puede ser para el último que llegue"

- "Buscaré el diálogo social con todos con el fin de hacer posible el empleo y en especial de las mujeres"

- "Salvando las distancias, se pueden aplicar las políticas de L'Hospitalet al conjunto del Estado"

- "La inmigración está creando una realidad nueva que nos hace estar más inseguros" (febrero de 2007)

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