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La amenaza de la inflación

La coyuntura económica actual está poniendo en cuestión muchas teorías y previsiones, como la del famoso efecto escalón. Se decía o esperaba que la inflación tendiera a reducirse durante la segunda mitad del año gracias a una menor subida del precio del petróleo. Pero a la vista de los últimos movimientos en el mercado energético, no parece que vaya a ser el caso.

"La inflación global continuará siendo elevada durante el primer semestre de 2008", augura el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su informe de primavera. Y aunque confía en que la presión podría ir bajando a partir de entonces, reconoce que el alza de precios representa un factor de preocupación que no se puede descuidar. Y aquí se rompe con otra teoría, ya que el parón en el crecimiento no está teniendo tampoco un efecto a la baja en los precios.

"Los riesgos que representa para el crecimiento la inflación del mercado del petróleo se han acentuado, pese a la ralentización de la economía mundial", advierte el FMI. Es un escenario opuesto al que baraja la Reserva Federal estadounidense (Fed), que no termina de ver materializarse la ansiada caída en los precios. La Fed no es la única con este problema. Los bancos centrales mundiales tienen el difícil reto de encontrar un equilibrio que les permita sostener el crecimiento y mantener el alza de precios contenida.

La rebaja en la inflación daría a la Reserva Federal y al Banco Central Europeo (BCE) margen de maniobra para manejar con más libertad la política monetaria y hacer frente con todos los instrumentos posibles a la crisis financiera, incluida la rebaja de tipos. La inflación puede plantear, además, un problema a los Gobiernos a la hora de diseñar planes de contención que les permitan inyectar dinero público en la economía o para salir al rescate de los sectores con problemas.

Y el alza de precios combinada con el alza del crudo puede hacer más dura la cuesta para muchas familias que atraviesan por dificultades financieras, sobre todo en EE UU y los países expuestos a una contracción en el sector inmobiliario, lo que puede acabar tocando al consumo y de rebote al crecimiento. Un escenario que puede nublar aún más el ya oscuro panorama internacional, especialmente en los países avanzados.

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