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Reportaje:

Lluvia emocionada

La nieta de Chaves y el temporal marcan el acto de toma de posesión

A Manuel Chaves nunca se le había quebrado la voz en un discurso oficial, y ha debido de pronunciar miles después de media vida consagrada a la política. Pero el día de ayer era especial, el suyo, la puesta de largo como presidente de la Junta de Andalucía con seis victorias encadenadas como equipaje. Además, dicen que la lluvia arrastra al intimismo, a lo sentimental, a sacar lo que se lleva pegado a la piel, a la nostalgia. Quizás por eso al mencionar lo importante que ha sido el respaldo permanente de su familia en su carrera pública, a Chaves le venció la emoción y le asomaron un par de lágrimas. Los que le conocen a fondo aseguran que la ausencia de su madre, fallecida hace año y medio, fue definitiva para que se viera un perfil inédito del presidente.

Al presidente se le quebró la voz al mencionar el apoyo de su familia
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La fiesta de la victoria socialista en el Parlamento andaluz esta vez fue menos esplendorosa que cuando José Luis Rodríguez Zapatero aterrizó de improviso en la Moncloa en 2004. Entonces primó la excitación de lo inesperado, y ya se sabe que la continuidad comporta siempre cierta monotonía. Lo que no desmereció, ni mucho menos, la delegación venida directamente de Madrid: la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega y un elenco de cinco ministros. Los cinco vinculados de alguna manera -a veces, un poco rebuscada, esa es la verdad- a Andalucía: la malagueña Magdalena Álvarez (Fomento), la gaditana Bibiana Aido (Igualdad), Alfredo Pérez Rubalcaba (Interior), elegido por Cádiz; Miguel Ángel Moratinos (Exteriores), elegido por Córdoba; y el investigador Bernat Soria (Sanidad), a quien su vena política le brotó en Sevilla, si bien concurrió por Alicante.

El presidente catalán José Montilla consiguió regatear los embates de los periodistas, empeñados en arrancarle una declaración explosiva sobre el trasvase del Ebro. Le asistió Magdalena Álvarez -una vez más afónica, pero en esta ocasión por animar al Getafe frente al Bayern, según confesó-, que le hizo de cortafuegos. El secretario general socialista, José Blanco, tampoco soltó palabra.

La joven ministra Aido fue observada con enorme curiosidad a través de los pocos huecos visuales que dejaron los abrazos y arrumacos que le dieron los amigos invitados, e invitados que aspiraban a ser amigos. En muchos momentos estuvo enterrada literalmente entre chaquetas oscuras. Uno de ellos fue al cruzar el umbral del Hospital de las Cinco Llagas, cuando un Chaves paternal le apretó con cariño.

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Los nuevos consejeros -los que se estrenan, no los que cambian de cartera- se ausentaron por recomendación expresa del gabinete de Chaves, más que nada por evitar el embarazo y la fatiga de los que se han quedado fuera. Protagonizaban el último acto solemne como miembros del Gobierno. En consonancia, María José López, la consejera saliente de Justicia, iba de riguroso luto, e Isaías Pérez Saldaña, de Agricultura, y Sergio Moreno, de Turismo, trataban de disimular elocuentes miradas melancólicas.

Fernández de la Vega a punto estuvo de engolliparse al pronunciar su discurso, sin un vaso de agua a mano. El reforzado vicepresidente económico José Antonio Griñán no se resistió a cantar trozos de Don Giovanni al disolverse el acto - "rompan filas", ordenó el presidente-, mientras Manuel Chaves con su nieta Lucia en brazos, sin duda la revelación del día, recibía felicitaciones por su cargo, y por lo guapa que es la niña. Lucia se encaramó a su abuelo justo cuando éste puso el punto final a las palabras de rigor, y ya no había quien le hiciera bajar. El presidente explicó la pasión de su nieta: "Le dedico mucho tiempo, todo el que tengo libre, son muchas horas de columpio". La ex de Obras pública Concha Gutiérrez se contagió de la tierna escena y comenzó a soltar lagrimones. Otros ocultaron sus ojos brillantes con medias sonrisas turbadas. Al salir al patio, el viento huracanado despejó el ambiente, y volvió la lluvia, una lluvia emocionada.

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