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Santiago, ejemplo de integración

Hace 22 años que no hay chabolas en Santiago. Las últimas desaparecieron en 1986, y cuando se vinieron abajo se aprovechó la situación para realojar a la mayoría de sus habitantes, según explica Mar Martín, concejala de Bienestar Social. Esa política de realojo en viviendas sociales de los años 80, realizada en distintos barrios cada vez que se construía un nuevo polígono, es el factor diferencial de Santiago frente a otras ciudades gallegas.

Ya el Valedor do Pobo destacó en 2005 en el Informe Extraordinario sobre a situación da poboación xitana de Galicia, que el Ayuntamiento de Santiago "representa un buen ejemplo y un modelo a imitar" en la integración de los gitanos en la ciudad. "Por eso no se han creado guetos, como pasa en otras ciudades", asegura Mar Martín.

Sin embargo, la realidad es que la población gitana continúa sufriendo un alto nivel de paro. El programa de empleo Acceder de la Fundación Secretariado Gitano ha logrado 160 contrataciones desde 2004, 80 sólo el año pasado. La fundación actúa como un intermediario muy valioso, ya que ha trabajado con cerca de 200 de los 400 a 450 gitanos que viven en Santiago.

Vanessa Giménez trabaja en la fundación como mediadora social. La joven gitana apuesta por una convivencia entre su cultura y la paya, pero entendiendo que la integración tiene sus ritmos. "Mi abuela no fue al colegio, mi madre fue poco, yo fui pero no lo acabé, y ahora mi sobrina está en el instituto". Asegura que en Santiago sigue habiendo muchos prejuicios "aunque ha habido cambios".

El Ayuntamiento estima que en Santiago un 10% de las familias gitanas son conflictivas, "igual que hay familias conflictivas payas", se apresura a puntualizar Martín. Los Servicios Sociales trabajan especialmente con cuatro familias que crean continuos problemas de convivencia. La concejala reconoce que la situación no es la ideal, pero afirma que los conflictos son "puntuales y están localizados". Según la fundación, tres de cada cuatro gitanos están totalmente integrados. "La mayoría tiene una vida normalizada: una hipoteca, un empleo... pero hay un porcentaje que necesita formación", dice Gorka de Luis, responsable local de la fundación.

Otro problema es el absentismo escolar. En el barrio de Fontiñas, donde la integración es muy alta, se creó hace 10 años una plataforma no formal de trabajo que, entre otras cosas, ha conseguido reducir el absentismo escolar en un 45% en cuatro años, reduciendo la cifra de 37 hasta los 17 del pasado año, la mayoría niños calés.

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Gorka y Vanessa critican que los medios de comunicación empleen el término gitano cuando es irrelevante en la noticia. "La cultura de la pobreza es una cosa y la cultura gitana es otra".

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