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Vejez y muerte

La crónica de un personaje a lo largo del tiempo y de una serie de novelas es un fenómeno nada infrecuente en las letras norteamericanas. Podemos remitirnos a los ejemplos verdaderamente notables de los personajes de dos escritores aún en activo: el Conejo Armstrong de John Updike y el Nathan Zuckerman de Philip Roth. Estos personajes, como sus autores, se encuentran ahora en la recta final y sus dos asuntos prioritarios son la vejez y la muerte, que se están tratando como nunca hasta ahora se había hecho, metiendo el bisturí para dejar al descubierto, con verdad y precisión, una situación que no se había tratado antes con tan descarnada sinceridad, dureza y valentía. A la vejez y la muerte ha de añadirse lo que llamaríamos la despedida consciente y dolorosa de la sexualidad, desde la pérdida de facultades hasta la pérdida de atractivo. También Coetzee ha planteado estos tres temas, sobre todo en su última novela. Pero los personajes de estos autores son heptagenarios u octogenarios y, en cambio, Frank Bascombe tiene sólo 55 años. Su vitalidad aún es otra y esto le diferencia y ofrece una nueva perspectiva de ese acercamiento consciente al término de una vida. ¿El gran tema final de toda una generación?

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