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Columna
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La tasa de paro insoportable

Joaquín Estefanía

En el año 1982, poco antes de ganar los socialistas sus primeras elecciones generales, Joaquín Almunia, responsable económico del PSOE, publicó un artículo titulado "La tasa de paro insoportable (TPI)". Definía con la misma la situación del desempleo en nuestro país en aquel tiempo (15,4% de la población activa parada, alrededor de dos millones de desempleados). Además de denunciar esa coyuntura, el autor del artículo defendía el porcentaje de paro como esencial para valorar los resultados de una política económica, frente a aquellos que lo descalificaban como indicador solvente porque entendían que la oferta de trabajo es incontrolable.

Un Gobierno no puede marginarse de la necesidad de dar respuesta a esa realidad social, sentenciaba el hoy comisario de Economía de la Unión Europea, que encabezaba su texto con el artículo 35 de la Constitución: "Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo". En aquel momento no se contemplaba la realidad de una España receptora de millones de inmigrantes.

El debilitamiento de la economía se ha trasladado ya al empleo
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La importancia de la tasa de paro, medida a través de la Encuesta de Población Activa (EPA), ya no es discutida por nadie. En 1971, Simon Kuznets, un inmigrante de origen ruso que daba clases en Harvard, recibió el Nobel de Economía. Se atribuye a Kuznets el papel de inventor de la econometría, esa disciplina que combina las matemáticas y la estadística con la investigación social, a fin de comprender las relaciones cuantitativas que se dan en la vida económica moderna. Pues bien, en la década de los treinta, Kuznets creó la contabilidad nacional, esto es, el sistema de parámetros -incluido el PIB- que permite dar cuenta de los ingresos de un país. Dos décadas después, su interés dejó de estar centrado en el volumen de los ingresos nacionales para pasar a concentrarse en la distribución de los mismos y en sus efectos sobre el empleo.

La tasa de paro insoportable vuelve a la actualidad tras conocerse el espectacular crecimiento del paro en España durante el primer trimestre del año. La TPI no es la misma en cada momento de la historia económica. Del mismo modo que la pedagogía económica y la cultura general han logrado que se valore entre los ciudadanos el incremento de los precios con más sensibilidad que antes, o que un déficit público no muy alto con relación al PIB (por ejemplo, el que se expresa en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la eurozona) sea considerado un síntoma de virtud en la coyuntura, sucede lo mismo con la tasa de desempleo. Hoy no sería posible convivir con tasas del 15% o del 20% como en la década de los años ochenta. Sería sencillamente una catástrofe que no podría superar ningún Gobierno democrático, ni siquiera con mayoría absoluta.

Los datos aportados la semana pasada por el Instituto Nacional de Estadística son bastante alarmantes: en sí mismos, y en perspectiva sobre lo que puede suceder: en el último año, el paro ha crecido un punto y se ha situado en el 9,6% de la población activa (2,1 millones de personas), a punto de superar los dos dígitos. En el último trimestre se han incorporado al ejército de reserva 246.000 personas, lo que indica que el debilitamiento de la economía se ha trasladado directamente al empleo. El ritmo de creación de empleo ha caído desde el 3,4% registrado durante 2007 hasta el 1,66%. Y el nuevo cuadro macroeconómico aprobado por el Gobierno para toda la legislatura indica que ese ritmo no se volverá a conseguir en los próximos cuatro años. En el mejor de los casos, este periodo acabará con una tasa de paro seis décimas superior a la que había el año pasado, dándose la punta más baja del empleo (10% de paro) en el próximo ejercicio. En este contexto no parecen muy agraciadas -por resignadas y, seguramente, por voluntaristas- las palabras del presidente de Gobierno en el comité federal del PSOE: "La peor previsión de paro que podemos tener por delante será siempre mejor que la mejor que tuvo el PP en la legislatura pasada".

La gran cuestión es saber cuál será la tasa de paro insoportable de esta legislatura recién comenzada.

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