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El futuro de Europa

Rusia gana a la UE la carrera del gas

El proyecto de gasoducto de Gazprom por el sur adelanta a sus competidores - La alternativa impulsada por Europa encalla en las negociaciones con Turquía

Andrea Rizzi

South Stream (Corriente del Sur), el proyecto de gasoducto lanzado en junio del año pasado por el gigante energético ruso Gazprom y la compañía italiana ENI, se está abriendo paso a gran velocidad en el tablero estratégico y gana claramente terreno a su competidor Nabucco, el gasoducto respaldado por la UE con la intención de reducir la dependencia energética europea de Rusia. Ambos proyectos pretenden canalizar gas al Viejo Continente a través del sureste europeo. Pero South Stream llevaría materia prima rusa; Nabucco se abastecería principalmente de otros países de la región del mar Caspio, como Azerbaiyán y Turkmenistán.

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Varios elementos están poniendo viento en las velas de South Stream. El primer ministro griego, Costas Karamanlis, y el presidente ruso en funciones, Vladímir Putin, firmaron ayer en Moscú un acuerdo concerniente al paso por el territorio griego del gasoducto. Bulgaria ya lo hizo en enero. La victoria electoral de Silvio Berlusconi, que mantiene desde hace años una estrecha relación con Putin, consolida el compromiso con el proyecto de Italia, que tiene un interés estratégico claro en South Stream, en razón de su elevadísimo grado de dependencia energética y del trayecto planificado para Nabucco, que corre, de Bulgaria a Austria, lejos de la península. La colaboración entre ENI y Gazprom, además, se extiende a otros proyectos.

Mientras South Stream, cuyo coste estimado es de unos 10.000 millones de euros, allana su terreno hacia la fase de construcción, Nabucco permanece estancado. "El proyecto ruso-italiano parece ganar velocidad, mientras Nabucco tiene un problema irresuelto con el paso a través de Turquía", observa en conversación telefónica desde París William Ramsay, vicedirector ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía.

La negociación con Ankara del consorcio de Nabucco -compuesto por seis compañías y bendecido por Bruselas- tiene como trasfondo la dialéctica sobre la adhesión de Turquía a la UE. Ankara, según muchos analistas, trata de utilizar Nabucco para obtener activos en otras mesas y la negociación no avanza.

"Los progresos de South Stream podrían determinar un giro en la actitud de Ankara", especula Ramsay. Nabucco fue lanzado ya en 2002, cinco años antes de su rival, y adquirió un rango de proyecto prioritario para la UE tras la crisis de abastecimiento generada por un conflicto ruso-ucranio en 2006. Pero hasta que no se alcance un acuerdo con Turquía, Nabucco no puede despegar. La fecha de inicio de los trabajos de ambos proyectos depende totalmente de los acuerdos políticos, y está previsto culminarlos en torno a 2013.

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"Nabucco tiene otro problema, que es garantizar abastecimiento suficiente para una obra de semejante tamaño", comenta en una entrevista telefónica Oksana Antonenko, analista del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres. "A no ser que Turkmenistán se comprometa más firmemente, o la situación política cambie en Irán, de momento creo que no hay masa crítica para rentabilizar Nabucco", dice. El coste estimado del proyecto, que iría del sur de Cáucaso a Viena, es de 5.000 millones de euros.

La diferencia en el coste de los dos proyectos es en buena parte debida a la complicación técnica de hacer pasar gran parte de South Stream debajo del lecho del mar Negro. La capacidad prevista de los ambos gasoductos es similar, alrededor de los 30.000 millones de metros cúbicos al año. Juntos cubrirían el 10% de la demanda europea prevista para 2020. Actualmente, Rusia cubre el 40% de las importaciones de gas de la UE, cuya demanda crece a un ritmo del 3% anual.

Las autoridades rusas tratan de tranquilizar el escenario repitiendo que los dos proyectos no están en competición. Ramsay discrepa. "Hay una clara competición en la planificación", dice.

La ventaja estratégica que está adquiriendo South Stream no significa que el proyecto esté exento de nudos irresueltos. "Al igual que Nabucco, el proyecto Gazprom-ENI tiene incógnitas en la vertiente del abastecimiento. La capacidad de producción rusa tendrá un declive en el futuro, porque Gazprom no ha invertido suficientemente para expandirla. No hay actualmente gas extra para llenar South Stream, a no ser que se reduzca el flujo a través de la vía ucrania". Pero, en perspectiva, Rusia cuenta con grandes reservas de gas: representa más de un cuarto del total mundial.

"Está claro que se trata de un juego puramente estratégico", concluye la analista Antonenko. "Ambos proyectos se enfrentan a problemas comerciales más o menos relevantes. La clave es la presión, el uso estratégico que se puede hacer de ellos. Si South Stream va más rápido, es por el fracaso de la UE en concertar una política energética común".

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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