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Reportaje:

Gestoras y el abismo blanco

El entorno etarra afronta con resignación su tercer macrojuicio

Nadie, ni el más osado, lo hubiera dicho hace sólo una semana. El macrojuicio contra los responsables de Gestoras pro Amnistía, el tercer gran proceso contra el entorno de ETA, en el que se decide la suerte de 27 dirigentes abertzales y que se inició el 21 de abril, ha dejado de tener interés para los medios informativos. Los periódicos nacionales y las televisiones no cubren lo que ocurre en la vista y sólo alguna agencia sigue todavía el curso del proceso emitiendo despachos escuálidos. El juicio tuvo una primera sesión importante y desde entonces ha caído en la madre de todos los vacíos, ha muerto informativamente.

Y no es que lo que se dirime en la vista no sea importante. Se acusa a los supuestos encargados de reclamar los derechos humanos para los presos de ETA -nunca para las víctimas de éstos- de ser una estructura creada por la propia banda terrorista con varias finalidades, entre las que figura la de controlar su colectivo de presos, eliminando la disidencia interna y ejerciendo de enlace con la dirección. La fiscalía, que reclama 10 años de cárcel para cada uno de ellos, llega a especificar 12 funciones que Gestoras cumplía para ETA, entre las que no es desdeñable la de poner en marcha el proyecto Alde Hemendik (Fuera de aquí) para estigmatizar a personas y colectivos a los que consideran responsables de la situación de los presos y señalar objetivos a ETA. Los ejemplos más claros son: el asesinato del magistrado de la Audiencia de Bilbao José María Lidón, el día 7 de noviembre de 2001 en Getxo, y el del concejal del PP de Durango (Vizcaya) Jesús María Pedrosa, asesinado el 4 de abril de 2000.

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Pero este partido ya está jugado. A veces, los prejuicios no sólo anticipan las conclusiones, sino que constituyen la totalidad del pensamiento y estos líderes de los derechos humanos únicamente para sí mismos, que creen que ya han sido juzgados y condenados, se han rendido. La izquierda abertzale, quizá acuciada por otros problemas, como la ilegalización de PCTV y ANV y el acoso judicial tras la suspensión de actividades de ambas formaciones, no ha respondido en el caso Gestoras como lo hizo en los otros dos macrojuicios: el de Jarrai-Haika-Segi, las juventudes proetarras, y el sumario 18/98 o caso Ekin, sobre la estructura política, mediática y financiera paralegal de la banda. Ni las movilizaciones han sido las mismas, ni la confrontación jurídica tiene comparación con las anteriores. Lo que en Jarrai y Ekin fue lucha en todos los frentes (político, mediático y jurídico) y crear graves problemas al tribunal, en Gestoras se ha convertido en resignación. Todo lo más, se ha escenificado un juicio denuncia y se ha pronunciado alguna frase tan contundente como ridícula, como la que dijo José María Olabarrieta: "A un vasco no le puede juzgar un tribunal extranjero, le puede condenar, pero juzgar, jamás". Semejante sentencia sólo es comparable a la de Scarlett O'Hara en Lo que el viento se llevó, cuando dijo aquello tan dramático de "A Dios pongo por testigo de que jamás volveré a pasar hambre".

Las tesis de Garzón de que ETA no son sólo sus comandos fueron cuestionadas en la vista de Jarrai; el año largo de juicio de Ekin coincidió con la tregua de ETA. Las esperanzas de los acusados de salir bien parados estaban intactas. Ahora, sin embargo, el Supremo ha avalado las teorías de Garzón sobre los largos tentáculos de la banda y ya no hay tregua. Además, los documentos incautados a etarras en Francia configuran una prueba sólida difícil de soslayar. De modo que los 27 acusados están convencidos de que les van a condenar y, tras optar por el victimismo, han decidido no pelear.

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El juicio iba a durar cuatro meses, puesto que habían propuesto 220 testigos, entre los que figuraban destacados políticos, etarras presos y una parte más folclórica de conocidos deportistas, cantantes y hasta el obispo emérito de San Sebastián. Ahora, en cambio, podría acabar en menos de 10 jornadas, porque las defensas han renunciado a todos los testigos menos a 14, que además son de escasa relevancia. Impensable antes de empezar. Como en el baloncesto, cuando el resultado está decidido, se juegan los minutos de la basura, con los suplentes en pista. Hasta la organización los da por amortizados, puesto que les defienden cinco letrados aseados, pero sin gran bagaje jurídico. ¿Dónde están los pesos pesados de los abogados que tuvieron en jaque día sí, día también, al tribunal en el caso Ekin? Los Iruin, Goirizelaia, Landa, Elosúa, Reizábal...

Quizás están debilitados, puede que tengan demasiados frentes abiertos, pero el caso Gestoras está inmerso en un gran abismo blanco y está claro que algo ha cambiado, porque aunque la izquierda abertzale nunca pudo cambiar la dirección del viento, siempre manejaba las velas a su gusto para navegar hacia su destino. Ahora, ni eso.

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