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La crisis del PP

Los críticos lanzan todos sus reproches a la cara de Rajoy y él promete integración

"No podemos ser la segunda marca" del PSOE, le espeta en la ejecutiva la mano derecha de Aguirre

Carlos E. Cué

Después de 20 años de convivencia silenciosa, y de reuniones en las que casi nadie decía lo que pensaba, el PP vivió ayer, en el seno del Comité Ejecutivo Nacional, una explosión de sinceridad que se acabó convirtiendo en una larguísima sesión de terapia colectiva. Casi cinco horas estuvieron los dirigentes clave de la oposición sacando a la luz sus fantasmas y diciéndose a la cara todo lo que hasta ahora sólo se habían dicho a través de la prensa. Hablaron hasta 19 personas. Algunas de ellas, cinco, fueron muy críticas contra Mariano Rajoy.

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La reunión, aplaudida por los dos sectores como una muestra de democracia interna desconocida en un partido cuasimilitar en los últimos años, tuvo momentos de gran tensión.

El más duro, sin duda, fue Ignacio González, la mano derecha de Esperanza Aguirre. Ésta abandonó la reunión a la mitad. Él leyó un discurso que más parecía una moción de censura contra Rajoy pero sin candidato alternativo, siguiendo una línea marcada por José María Aznar: "No debemos caer en el oportunismo cortoplacista y acomplejado, o en pensar que hay que parecernos a nuestros adversarios, ser su segunda marca en los planteamientos ideológicos o tener complejos de falsa progresía". González había expresado en alguna ocasión la idea de que el PP no puede ser la "segunda marca" del PSOE, pero nunca lo había dicho a la cara del líder.

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Rajoy escuchó pacientemente a todos los críticos y favorables -que también los hubo- pero apenas entró a los debates que se habían abierto. En realidad, fueron sus segundos espadas quienes se lanzaron al choque contra los que criticaban al líder.

Poco a poco, sin que nadie lo hubiese programado, se formaron una especie de pequeños combates dialécticos entre parejas. Alejo Vidal-Quadras, por ejemplo, que exigió a Rajoy que explique cuál es su proyecto para España y tranquilice a todos los que dudan de que vaya a defender la unidad de la nación, fue respondido por Federico Trillo, gran defensor de Rajoy en las últimas semanas, quien insistió en que las ideas del PP sobre la unidad de España no han cambiado tras las elecciones.

Mientras, el choque fuerte con González lo protagonizó el más fiel de los puntales de Rajoy, el barón andaluz Javier Arenas. Él se había arrancado con un reproche general al "ataque brutal y estrategia de acoso y derribo" que se está produciendo contra Rajoy. Y criticó a quienes "no se atreven a decir dentro lo que dicen fuera en los medios".

González le tomó la palabra. Primero recordó que no ha habido posibilidad de decir nada dentro de los órganos del partido porque Rajoy ha decidido no reunirlos desde las elecciones. Y después le reprochó indirectamente a Arenas que él esté diciendo cosas distintas dentro y fuera. Los críticos sostienen que, en privado, barones como Arenas o Francisco Camps -que ayer no estaba- dan por muerto políticamente a Rajoy pero creen que no es el momento de relevarlo.

Otro de los duetos que echó algunas chispas fue el de Carlos Aragonés y Celia Villalobos, dos veteranos. El primero, todopoderoso jefe de gabinete de Aznar durante 17 años y hombre clave del poder en la sombra, criticó al líder con razonamientos pausados pero contundentes. Primero le reprochó que lleve varios meses con los órganos de dirección congelados. "Tendría que haber más reuniones como ésta", dijo.

Un guante que, ése sí, recogería Rajoy para dejar la puerta abierta a esa sugerencia. Pero luego, Aragonés fue más duro. El líder, explicó, "no está haciendo política dentro del partido, está actuando como un candidato. Está dedicando sus energías a hacer una campaña electoral interna cuando no hay rival".

Luego le pidió que marque la orientación del PP en el futuro. También le reprochó un "exceso de presidencialismo" porque no está dando a conocer su equipo -Aznar avanzaba su secretario general-, que parece que se va a elegir sólo "por un criterio de lealtad" y está forzando al partido "a un plebiscito entre Rajoy sí o no".

Villalobos, con su habitual desparpajo, se mostró perpleja. "¿Cómo es posible que el ex jefe de gabinete del presidente del Gobierno hable de presidencialismo?", le contestó tras recordar a quienes se quejan por las críticas internas que es su marido, Pedro Arriola, quien más golpes se está llevando y no protesta.

Hubo un último duelo entre Gabriel Elorriaga, otro de los críticos, y Jorge Moragas, un marianista. El aún secretario de Comunicación -no destituido- reprochó la falta de diálogo del líder que, en su opinión, ha provocado parte de la crisis. Moragas le contestó que ha estado puntualmente informado de todos los pasos y le reprochó que no haya sido capaz de explicar por qué cree que Rajoy no es el líder que el PP necesita.

También hubo intervenciones mucho más neutras, como la de algunos líderes regionales -Alberto Núñez Feijóo, María Dolores de Cospedal- que apoyaron a Rajoy pero sobre todo pidieron unidad interna. Y el último en hablar, antes del líder, fue Pío García Escudero -candidato a la secretaría general en contra de su voluntad- que concluyó que "la única solución a este conflicto es que los críticos presenten una candidatura alternativa".

Rajoy cerró el intenso debate con una apuesta por la integración que algunos le habían pedido. "Creo que tengo el apoyo sincero de la mayoría, pero voy a hacer una candidatura integradora". Después pidió "prudencia" y explicó que él es "el mismo", que no ha cambiado los principios del PP aunque defiende el diálogo. Y, sobre todo, cree que "no se puede centrar la agenda en dos temas", esto es, el terrorismo y el modelo de Estado, algo que él hizo en los últimos cuatro años.

Por último, pidió que se le juzgue por lo que ha hecho y no por lo que pueda hacer, en clara referencia a María San Gil, la gran ausente en un reunión única, lo más parecido a un cónclave de un partido de extrema izquierda, con su cruel autocrítica, que ha vivido jamás la gran formación de la derecha española.

Mariano Rajoy, al inicio del Comité Ejecutivo del PP de ayer.
Mariano Rajoy, al inicio del Comité Ejecutivo del PP de ayer.ULY MARTÍN

Jornada de catarsis en la dirección del PP

- Javier Arenas criticó a los que "no se atreven a decir dentro lo que dicen fuera en los medios".- Juan Costa: "Yo no he avalado a Rajoy. El PP necesita un nuevo liderazgo integrador, capaz de generar ilusión". - Ignacio González: "Cuando se transmite la percepción de que unos son los buenos, los moderados y los centristas, y otros los retrógrados, cuando se transmite la sensación de que lo que había no vale, y hay que renovarlo todo, cuando se invita a una parte del PP a marcharse, cuando algunos abandonan por sentirse engañados, es que algo no se ha hecho bien"- Mariano Rajoy: "Creo que tengo el apoyo sincerode la mayoría, pero haré un equipo integrador. No podemos reducir la agenda del PP a dos temas", ETA y España

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