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Reportaje:

"Me siento capaz de cualquier cosa"

La mujer trasplantada de las dos manos acaba su rehabilitación y recibe el alta

Una aparatosa cicatriz y un notable abultamiento del antebrazo, unos centímetros por encima de la muñeca, indican el lugar donde acababan las extremidades de Alba Lucía, de 48 años. Una explosión accidental en una clase de química en su país, Colombia, la dejaron sin manos durante 28 años. Ayer, año y medio después de recibir un doble trasplante de una donante, hizo una demostración ante las cámaras de televisión de algunas de las habilidades recuperadas a raíz de la intervención. A petición de los reporteros, desplazó a un lado con sus nuevas manos las cortinas de la sala de juntas del hospital La Fe, donde compareció junto a su cirujano, Pedro Cavadas, y cosió un botón en un retal para mostrar la movilidad de sus dedos, rematados con unas uñas perfectamente pintadas y con sendos anillos en los dos anulares. Incluso usó unas tijeras para cortar el hilo.

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Alba divide su vida en tres partes. La primera, con sus propias manos, corresponde a los 19 años que transcurrieron hasta el accidente. La segunda, a los 28 siguientes que pasó sin ellas. La tercera empezó la madrugada del 1 de diciembre, cuando fue intervenida en el centro valenciano. "Han sido 19 meses muy largos, muy duros", reflexionaba ayer refiriéndose a este año y medio, "ha hecho falta mucha paciencia y fortaleza, pero tengo mi recompensa".

Lo que más le ha costado a la paciente, residente en Castellón desde hace años, han sido las sesiones de rehabilitación para recuperar el máximo de movilidad en las manos: una hora diaria con el fisioterapeuta entre semana y trabajo de refuerzo en casa. Tampoco ha sido fácil seguir la medicación, con importantes efectos secundarios, especialmente en los primeros meses. Como en todo trasplante, es necesario seguir un tratamiento a base de fármacos inmunosupresores para combatir un posible rechazo de los miembros injertados. "Recibe una dosis de corticoides inferior a cualquier trasplantado", apuntó ayer Cavadas, que indicó que la cantidad de medicación que se administra a Alba es "muy baja".

El cirujano destacó la dificultad que supone una intervención de este tipo, cuya cirugía es "infinitamente" más compleja que un trasplante convencional de corazón, riñón u otro órgano. También subrayó el mérito de Alba en la dedicación que ha tenido en la fase de rehabilitación, que está "prácticamente finalizada". A partir de ahora, este proceso seguirá con el uso cotidiano de las manos que le permitirá seguir desarrollando nuevas capacidades. "Tenemos el referente de un paciente trasplantado en Louisville (EE UU) hace nueve años cuyo estado y movilidad siguen mejorando día a día".

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Después de Alba, Cavadas intervino hace siete meses a otro paciente, también de trasplante de manos, que se encuentra a mitad de la fase de rehabilitación. A ellos, se podría sumar en "unos meses" otro más. En este caso, la intervención sería algo distinta, ya que se trata de un doble injerto a nivel de los húmeros, por encima de los practicados hasta el momento.

Algo más tardará el primer trasplante de cara, para quien ya tiene candidato seleccionado y cuya tramitación por parte de la Organización Nacional de Trasplantes está en las últimas fases, según indicó el cirujano. El problema, en este caso, es en buena parte encontrar una familia que acceda a donar el rostro del fallecido.

El proceso seguido por Alba "ha valido la pena", indicó el especialista en microcirugía, ya que pese a la dureza de la rehabilitación y a las intervenciones secundarias a las que probablemente aún tenga que someterse, "hace vida autónoma, tiene una funcionalidad del 75%, se ha adaptado a la medicación y hace cosas que ninguna prótesis le permitiría".

"¿Y ahora qué piensa hacer?", le preguntó un periodista a Alba. "Buscar trabajo", respondió. "Me siento capaz de hacer cualquier cosa, no me veo límites".

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