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Apagón de 24 horas en dos cadenas públicas

La emisora está al borde de la suspensión de pagos

Aguirre suple con créditos extraordinarios la caída de publicidad

Jesús Sérvulo González

Telemadrid nació en mayo de 1989. Entonces apenas tenía competencia, sólo las dos cadenas públicas. Pocos aspirantes para engullir la tarta publicitaria. Pero desde entonces han comenzado a emitir todo tipo de televisiones en abierto, codificadas o digitales. La publicidad se ha diversificado entre los cerca del centenar de canales que emiten en el mercado. Y eso, claro, lo han sufrido las arcas de la cadena pública madrileña que está al borde de la suspensión de pagos. Es una empresa pública y siempre tendrá el respaldo del Gobierno regional, pero la situación financiera del ente no es nada halagüeña.

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En los últimos cuatro años, la deuda de Telemadrid ha alcanzado los 180 millones de euros. Sólo en 2007 perdió 101 millones, pese a las inyecciones de dinero por parte del Ejecutivo de Esperanza Aguirre (PP), que superaron el año pasado los 94 millones. El modelo de la cadena hace que dependa de las aportaciones del Gobierno regional en forma de créditos extraordinarios. Desde 2004, ha entregado 330 millones de euros a Telemadrid. Los fondos propios de la empresa -la suma del capital social y los resultados de ejercicios anteriores- son negativos, lo que sitúa a la empresa en un aprieto financiero.

"Se ha llegado a una situación muy complicada provocada por los fuertes desequilibrios presupuestarios", explica Juan María González, uno de los dos consejeros de IU en el ente público. "Se han elaborado las cuentas ignorando la situación del mercado, han aparecido nuevos operadores, ha caído la publicidad, la audiencia...", sostiene.

Y ése es otro de los motivos de la difícil situación financiera de la cadena. Cada vez menos madrileños sintonizan Telemadrid. La audiencia ha caído siete puntos en los últimos cuatro años. Sólo la ven uno de cada 10 espectadores, según datos de 2007. González critica, además, la opacidad del presupuesto. "Cuando caen los ingresos publicitarios, la Comunidad aumenta sus aportaciones de forma encubierta", agrega. "Casi todos los programas de la cadena son contratados a productoras externas, cuando hay cámaras y periodistas sin tareas", sostiene el diputado socialista, José Cepeda. Éste señala a los informativos como el único espacio que siguen elaborando los trabajadores de la empresa propiedad al 100% de la Comunidad de Madrid. "Y encima los convierten en un espacio de propaganda política no del PP, sino de Esperanza Aguirre", denuncia Cepeda.

"Desde hace cuatro años se ha convertido en un instrumento político", añade el diputado, que reconoce que nunca antes se había producido tanta intromisión desde la Puerta del Sol. "Son muy liberales para unas cosas y muy intervencionistas para otras", concluye.

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Otro 'negro' en la tele

Los espectadores que intentaran sintonizar Telemadrid ayer en sus televisores lo vieron todo negro. En la pantalla oscura sólo estaba la mosca del canal y un pequeño texto que rezaba: "Huelga convocada por los sindicatos CC OO, UGT y CGT". Ha sido la segunda vez en la historia de la televisión en España que una cadena de televisión suspende completamente su programación.

El 14 de diciembre de 1988, durante la huelga general convocada por los sindicatos contra el Gobierno del entonces presidente Felipe González, Televisión Española inauguró el negro. En aquel caso fue la carta de ajuste la que inundó las pantallas durante cerca de 12 horas. Los trabajadores del ente público nacional se sumaron a la huelga general y desconectaron la programación. Desde entonces ha habido muchas amenazas para suspender la emisión, pero hasta ayer nunca fraguó.

Los trabajadores de Telemadrid han llevado a cabo tres huelgas desde 2004 por "la manipulación informativa". Pero nunca antes se consumó el apagón. En 1993, con otro conflicto laboral en escena, los empleados suspendieron algunos programas.

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Sobre la firma

Jesús Sérvulo González
Redactor jefe de Economía y Negocios en EL PAÍS. Estudió Económicas y trabajó cinco años como auditor. Ha cubierto la crisis financiera, contado las consecuencias del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, el rescate a España y las reformas de las políticas públicas de la última década. Ha cursado el programa de desarrollo directivo (PDD) del IESE.

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