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Crónica:TOUR 2008 | Octava etapa
Crónica
Texto informativo con interpretación

El meridiano verde hacia los Pirineos

El Tour llega a la montaña con Freire líder de la regularidad y Valverde preparado para la batalla

Carlos Arribas

"Las tormentas de los días anteriores se han desplazado hacia Italia, pero llegan nuevos brotes desde España", se oye en France Info, pero, curiosamente no es la enviada especial de la radio pública al Tour de Francia quien lo anuncia, sino la mujer del tiempo. Es una información útil, de todas maneras, con toda la lluvia que está cayendo, con todas las nubes rodantes que han perseguido al Tour desde su comienzo, hace ya 1.358 kilómetros y medio, durante todo su descenso hacia el sur a lo largo del meridiano verde, la línea imaginaria que une los polos norte y sur pasando por París, dejando la isla del Hierro, el límite occidental del viejo mundo, a 20 grados al oeste.

Hace unos años, con el cambio de milenio, un artista decidió resucitar el viejo sueño de Richelieu de convertir el meridiano de París en la referencia de toda la cartografía (perdió con Greenwich en su pugna por tal honor) plantando una hilera de árboles que atravesara toda Francia de norte a sur, de Dunkerque a los Pirineos; Óscar Freire, que también es un artista, ha decidido homenajear a su manera, y, claro, involuntariamente, la misma línea recorriéndola, primero de arriba abajo, luego, cuando se vuelva hacia París, de sur a norte, vestido de verde. Ayer lo hizo de verde prestado, pues el líder de la regularidad, Kim Kirchen, ya conocido como KK en el pelotón, es también el líder de la general, y el amarillo manda, pero hoy, tras hacer bravamente un poco el Quijote bajo el diluvio de Toulouse entre los gigantes del Columbia, lo llevará de pleno derecho.

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Ningún español ha ganado nunca el maillot verde del Tour, y se pierde en la memoria el día en que alguno lo vistió, siquiera temporalmente, mediado un Tour, por lo que Freire, una vez más, se ve condenado al papel de solitario pionero del ciclismo español, abriendo puertas por las que después otros transitarán, lo que tampoco es que le haga mucha ilusión. "Yo lo que quiero es ganar una etapa", repite. "Lo que pasa es que con todas las fuerzas que pierdo para colocarme yo solo, llega el momento final y no puedo más. Es mi maldición, cuando estoy bien colocado, como hoy , no tengo fuerzas; y si no me coloco bien, estoy pletórico". Ayer Freire remontó el pelotón, sin ayuda, varias veces, y tuvo que lanzar su sprint personal a 800 metros de la llegada para coger la rueda de Jimmy Casper, perdida tras salir mal colocado de una aguda curva bajo el triángulo rojo. Como para tener fuelle aún para resistir la remontada espectacular del relámpago Mark Cavendish, quien, protegido por su Columbia hasta el último momento, fue, por segunda vez en este Tour, insuperable.

KK es también del Columbia, un equipo nacido de las cenizas del T-Mobile, que, movido por una ambición ajena a la buena lógica del Tour, ha sometido a sus corredores a una sobredosis laboral -maillots de todos los colores, etapas de todo tipo siempre en la agenda- que sólo puede generar un agotamiento prematuro y que simboliza, con trazo grueso, el estado de fatiga avanzada con la que el pelotón llega a la montaña. Porque hoy el meridiano verde choca con los Pirineos y Alejandro Valverde se ha afeitado.

Al murciano le gusta llegar a los días importantes, como la etapa que le vistió de amarillo en Plumelec, con barba de dos o tres días, pelos hirsutos en la barbilla dando aire feroz a sus suaves rasgos. Así que echando cuentas, y dado que se rasuró ayer -lo hace cada tres cuatro días, dice-, mañana lunes, día grande de los Pirineos, terrible Hautacam a la salida de Lourdes, donde ya no hay milagros, Valverde lucirá su barba de guerra, lo cual es buen síntoma. "Sin embargo", advierte, "no será en los Pirineos donde haya que atacar, el Tour se ganará en los Alpes, durante la última semana".

Del mismo parecer es Evans, el líder virtual si descabezamos a KK, tan estresado y activo la primera semana, que llega a la primera montaña -hoy, final en el valle, con Peyresourde y Aspin; mañana final en alto- con más de un minuto de ventaja sobre los otros pretendientes, ventaja conseguida ora en la contrarreloj -ante Valverde y Sastre-, ora en el despiste -ante Menchov-, y también piensa igual el ruso del Rabobank. "No, no, este año no hay que hacer nada en los Pirineos", dice. "Yo lo que quiero es conquistar los Alpes". Quienes no hablan claro, no se mojan, al menos metafóricamente, pues ayer llegaron todos calados y con temblores, son los del CSC, quizás lo más peligrosos, con su tridente Sastre-hermanos Schleck liderado por el hombre de El Barraco.

Cavendish, en primer plano, acelera para ganar la etapa de ayer.
Cavendish, en primer plano, acelera para ganar la etapa de ayer.AP

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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