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"El patio del recinto de Málaga es un polvorín"

Juan Diego Quesada

"En una esquina del patio un grupo de 10 reclusos, varios pertenecientes a bandas criminales, observan en silencio y con cara de póquer a los demás. Nadie les devuelve la mirada". Ésta es la escena que relata un funcionario encargado de la seguridad de la cárcel de Alhaurín de la Torre (Málaga), el mayor centro de España por número de presos. "El patio es un polvorín que en cualquier momento puede estallar", cuenta. Cerca de dos millares de reclusos se distribuyen en sus 901 celdas y esto complica la convivencia en el centro, según afirman los funcionarios.

La Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, que rebaja la cifra a unos 1.600, reconoce "la sobreocupación" pero no cree que haya problemas de seguridad. La ley habla de un preso por celda, algo que es una utopía en las cárceles españolas, sobre todo en Andalucía, la comunidad que cuenta con la mayor población reclusa del país. Las prisiones andaluzas acogen 16.000 presos, cuando su capacidad teórica es de 9.378 plazas (un 70% por encima de su capacidad). Casi todos los habitáculos los comparten dos personas, de media, aunque en ocasiones llega a haber tres.

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La masificación crea inseguridad, según los funcionarios. Y no sólo para los trabajadores, también para los reclusos. Un portavoz del sindicato de prisiones ACAIP, Paco (nunca utilizan su apellido por seguridad), habla de Alhaurín como un "barracón donde se apilan personas privadas de libertad". Que haya tantos internos dificulta que se les clasifique según su perfil delictivo y sus edades, y complica que exista una buena oferta para talleres. "Están hacinados y esto desemboca tarde o temprano en violencia y agresiones entre los propios presos o contra nosotros, los funcionarios", lamenta este portavoz sindical.

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.

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