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El brutal crimen de las dos policías de L'Hospitalet, a juicio

El fiscal pedirá al tribunal que Pedro Jiménez pase 40 años en la cárcel

La Audiencia de Barcelona empezará a juzgar hoy el crimen de las dos policías en prácticas ocurrido en L'Hospitalet en 2004, uno de los más horrendos ocurridos en los últimos años. En el banquilllo se sienta Pedro Jiménez García, un hombre de 39 años, complexión enclenque y aspecto primitivo.

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El caso, además, es un ejemplo del fracaso del sistema penitenciario y de los programas de tratamiento con algunos violadores. Pedro Jiménez había sido condenado en 1988, cuando tenía 19 años, a 15 años de cárcel por violación. En 1993 reincidió y cometió tres nuevos delitos de robo con violación. Parecía que estaba rehabilitado, dijeron los psicólogos. Por eso le concedieron permiso del 3 a 6 de octubre de 2004.

Sobre las seis de la mañana del 5 de octubre, se apeó en la parada del metro de Bellvitge y estuvo dos horas deambulando por un barrio en el que no tenía ningún arraigo. En su camino se cruzó Silvia Nogaledo, de 28 años de edad, una policía en prácticas que volvía de trabajar y a la que siguió hasta su domicilio, situado en la Rambla de la Marina. En el ascensor del inmueble, la amenazó con una navaja y la obligó a entrar en su vivienda, según la fiscalía.

En el interior de la vivienda estaba Aurora Rodríguez, de 23 años, también policía en prácticas, que compartía alquiler con su compañera. El fiscal explica que Jiménez las ató a las dos de pies y manos e inició su escalofriante actuación.

Amenazando a Aurora Rodríguez con una navaja, la violó y le clavó "brutal y despiadadamente" el arma en la espalda un total de cuatro veces, siguiendo la línea de la médula espinal. La muerte fue instantánea.

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Después se dirigió hacia Silvia Nogaledo. Estaba atada a la pata de la cama y también le clavó un cuchillo en cinco ocasiones, que le afectó al pecho y el pulmón izquierdo. La muerte fue súbita, pero actuando "con total desprecio hacia la dignidad del cadáver", según afirma el fiscal, la violó con un objeto que después encontraron los Mossos d'Esquadra al descubrir el cadáver.

Después, siempre según la tesis del fiscal, el acusado revolvió la vivienda, sustrajo un tarjeta de crédito de una de las víctimas, se cambió de ropa y de calzado y prendió fuego a dos colchones, un sillón y un sofá con la ayuda de una botella de ron para facilitar la combustión.

La fiscalía le acusa de dos delitos de asesinato y uno de agresión sexual, allanamiento de morada, profanación de cadáver, incendio, robo con violencia consumado, robo con fuerza y quebrantamiento de condena.

La lista de acusaciones suma 107 años y medio de cárcel. El fiscal recuerda que se le puede condenar hasta un máximo de 40. Está previsto que el juicio dure cuatro días, aunque el deseo del tribunal es acabarlo en tres.

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