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Gran Premio de Hungría

Glock, del hospital al podio

A cinco minutos del arranque de la carrera, Timo Glock estaba en cuclillas, apartado a un lado de la parrilla, con gafas oscuras y los auriculares de su iPod calados en las orejas. Concentración total. ¿O puede que plegaria? La segunda opción no es descabellada si se atiende a que hace sólo quince días el alemán sufrió un accidente tremendo en el circuito de Hockenheim, donde estrelló su Toyota contra el muro a más de 200 kilómetros por hora. Tras el accidente, Tadashi Yamashina, presidente de la escudería japonesa, aseguró que Glock estaba en el hospital, pero que podría alistarse en la prueba que ayer le dio a conocer al mundo.

En un momento de tanta concentración como el que precede a la salida, la única persona que creyó tener suficiente rango para interrumpir el silencio de Glock en Hungaroring fue Yamashina. El patrón de Toyota le dio la mano, cerró el puño y lo agitó con ímpetu en señal de fuerza. Setenta vueltas después, el alemán cruzó la meta segundo, logrando su primer podio en la que es su primera temporada completa en la F-1.

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"Veía por los retrovisores que Kimi llegaba y sabía que un error habría sido fatal. Esta carrera compensa la de Alemania", reconoció Glock, que, a sus 26 años, ya es un trotamundos. Tras iniciarse en el karting

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