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Reportaje:PEKÍN 2008 | Empiezan los juegos

China acusa a Bush

El Gobierno de Pekín no quiere que el presidente estadounidense se inmiscuya en sus asuntos internos

El Gobierno de Pekín reaccionó ayer con ira y acusó a George W. Bush de inmiscuirse en sus asuntos internos, después de que el presidente estadounidense hiciera una fuerte crítica desde Bangkok sobre la situación de los derechos humanos en China. "Nos oponemos tajantemente a cualquier palabra o acción que interfiera en los asuntos internos de otros países en el nombre de cuestiones como los derechos humanos y la religión", dijo Qin Gang, portavoz del Ministerio de Exteriores.

Horas antes de despegar hacia Pekín, donde hoy presenciará la apertura de los Juegos Olímpicos junto a otros altos mandatarios como el presidente francés, Nicolas Sarkozy, o el primer ministro ruso, Vladimir Putin, Bush lanzó una andanada contra el Gobierno del presidente Hu Jintao: "Estados Unidos cree que el pueblo de China se merece gozar de libertad, que es el principal derecho de todos los seres humanos. América se opone firmemente a la detención de disidentes políticos, defensores de los derechos humanos y activistas religiosos".

El COI recibió una carta denunciando que las condiciones en prisión han empeorado
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Oda al espectáculo

El presidente estadounidense quiso dejar claro que sus palabras no tenían intención de molestar a su anfitrión en vísperas del inicio del evento deportivo, y expresó su optimismo sobre el futuro del país más poblado del mundo. "Hablamos por la libertad de prensa, la libertad de reunión y los derechos laborales, no para suscitar el antagonismo en los líderes chinos sino porque conceder mayor libertad a su gente es la única forma para China de desarrollarse con todo su potencial (...) Los jóvenes que crecen con libertad de comercio de bienes pedirán a la larga la libertad de intercambiar ideas", dijo. Bush ha sido presionado por organizaciones no gubernamentales (ONG) y políticos estadounidenses para que boicoteara los Juegos, pero decidió acudir para animar a los atletas estadounidenses.

La declaración del mandatario norteamericano, que había sido filtrada el día anterior por la Casa Blanca para que tuviera más eco, fue un serio revés para las autoridades chinas, viniendo, como vino, del que será uno de sus principales huéspedes durante la que se espera que sea una las ceremonias más espectaculares que se han visto en unos Juegos.

"El Gobierno chino pone al pueblo en primer lugar, y está dedicado a mantener y promover los derechos básicos y la libertad de sus ciudadanos. Los chinos tienen libertad de religión. Estos son hechos indiscutibles", dijo posteriormente el Ministerio de Exteriores chino en una declaración.

Aunque tanto China como Estados Unidos han afirmado que los Juegos son un evento deportivo, la realidad es que la actual edición es una de las más politizada de la historia reciente del olimpismo. Activistas, ONG y políticos extranjeros han criticado a Pekín por la falta de libertades, la gestión de Tíbet o su apoyo al régimen de Sudán, donde el conflicto de Darfur ha provocado 300.000 muertos y 2,2 millones de desplazados, según Naciones Unidas.

El Gobierno chino ha sido objeto de numerosas críticas, que se han ido intensificando a medida que se acercaba el inicio de la competición, y ayer se produjeron nuevos actos de protesta en la capital china, donde había un ambiente de nerviosismo pre festivo. Tres activistas cristianos estadounidenses fueron interpelados por la policía en la plaza de Tiananmen cuando pedían libertad religiosa en China.

He Depu, un veterano activista, que cumple una pena de ocho años de prisión por "incitar a la subversión del Estado" -el cargo aplicado normalmente a los disidentes-, ha enviado una carta al presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Jacques Rogge, en la cual le dice que las condiciones en las cárceles -especialmente para los prisioneros políticos- han empeorado como consecuencia de los Juegos Olímpicos y le pide que vaya a verlo por sí mismo. He fue condenado en 2003, después de haber dirigido una carta abierta a los líderes chinos en la que pedía reformas políticas.

Muchos ciudadanos chinos, que ven los Juegos como un momento de gloria, con el que mostrar al mundo los progresos que ha experimentado el país en los últimos 30 años, se han sentido ofendidos por las críticas que han llegado al país desde el extranjero. Hasta el punto que la imagen de Francia ha caído en barrena, como consecuencia de los incidentes que se produjeron durante el paso de la antorcha olímpica por París. Mientras, Sarkozy, cuyo país ocupa la presidencia de turno de la Unión Europea, envió una lista de disidentes presos al Gobierno chino en un intento por llamar la atención sobre su difícil situación.

Policías chinos patrullan en la plaza de Tiananmen.
Policías chinos patrullan en la plaza de Tiananmen.ASSOCIATED PRESS

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