La que faltaba

Tal es la euforia, tan grande la abundancia, que, al calor del oro olímpico de Samuel Sánchez, ha llegado el momento de pronunciar las herejías: si se borraran todas las victorias de Miguel Indurain del libro de registros del ciclismo español, su peso no variaría escandalosamente. Y también las de Bahamontes, las de la prehistoria, las de Miguel Poblet. Las de todos los corredores del siglo pasado. No se trata de borrar su memoria, por supuesto —nada de lo que es ahora lo sería sin lo que fue entonces—, sino de imaginarnos, por ejemplo, lo que sería su historia si el ciclismo español hubiera comenzado a funcionar en 2001. Y nos encontraríamos con que media docena de corredores —ya no es un ciclismo de un solo campeón, de un Indurain extraordinario capaz de ganar de todo— han saldado, una a una, todas las deudas históricas del ciclismo español. Freire ha ganado tres Mundiales y dos San Remos —no es novedad: ya en el siglo XX Poblet y Abraham Olano habían empezado a escribir esos libros—; Valverde, dos Liejas —pionero: ningún español había ganado el monumento ardenés hasta entonces—; Contador, un Giro —Indurain dos—, aparte de un Tour —Indurain, cinco—, como Óscar Pereiro y Carlos Sastre.

Y, encima, llega Samuel Sánchez y gana la prueba de fondo en carretera de los Juegos —la contrarreloj ya la ganó Indurain, of course— y precisamente el año en que los ciclistas españoles —cada vez uno diferente— se ponen a ganarlo todo. "Y esto es lo bonito", dice Sastre; "España tiene tantos corredores diferentes que estamos ayudando a recuperar la afición… La gente va a volver a engancharse".

"Dejadnos algo a los demás", dice Laurent Jalabert, el viejo campeón francés, antes incluso de que la carrera de la Gran Muralla termine. "¿Qué tiene España que lo gana todo?", le pregunta un periodista italiano, más admirado que escamado, a Samuel Sánchez; "que tenéis a Nadal, y a la selección, y a Gasol, y a...". "El deporte español vive una época de oro. Somos una generación buena y el Gobierno nos apoya mucho. Y, finalmente, el trabajo, la constancia y el amor propio te hacen tocar la gloria", le responde Samuel.