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Reportaje:PEKÍN 2008 | Estreno de oro

"Un equipo para la historia"

Contador y Sastre dicen que son conscientes de sus limitaciones y se sacrifican en beneficio de la selección

Carlos Arribas

Jaime Lissavetzky, sentado a la derecha, veía, oía y no creía. El secretario de Estado acompañó a Paco Antequera en el coche durante las últimas tres vueltas de la carrera. Tiempo después, aún se maravillaba de lo que había visto y oído. "Esto es un equipo", decía; "y todo un campeón del Tour, como Carlos Sastre, pensando en todo, en todos. Y elaborando con Paco la estrategia. Y diciéndole a Samuel: 'Cuidado, tápate del viento', y...". Hablaba como lo que había sido, testigo privilegiado de un momento único.

"Todo este equipo va a quedar para la historia", dijo, emocionado, Alberto Contador, otro ganador del Tour que aguantó hasta la última vuelta -el miércoles tiene la contrarreloj- trabajando en el mano a mano con los italianos; "esto se recordará durante muchos años". Lo decía con el orgullo y la humildad natural de quien sabe que ha formado parte de algo muy raro hasta en un deporte como el ciclismo, en cuya base fundacional está escrito el lema de que se juega en equipo, pero sólo gana uno. "Es difícil conseguir esa unión entre deportistas que nos podemos considerar campeones", dijo Contador, "y pocas veces se ha conseguido como vemos tan a menudo en el fútbol o el baloncesto. Pero todo esto empezó el otro día, en la habitación de Paco, cuando lo hablamos entre todos".

"Yo podré ganar un Tour, pero hay ciclistas con chispilla", cuenta Sastre
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"Todo esto empezó, en realidad, cuando Óscar empezó a ganar Mundiales", matizó Carlos Sastre, quien sacrificó todas sus posibilidades de un buen puesto -uno de su equipo con perfil muy parecido, Andy Schleck, terminó quinto, por ejemplo, quejándose a su vez de que otro de su equipo, Cancellara, atacara cuando él iba delante- infiltrándose en la primera escapada. "Desde entonces, todos vamos en la misma dirección. Nos sacrificamos en beneficio de la selección. Hemos aprendido a ser conscientes de nuestras limitaciones. Hay que ser realistas. Yo podré ganar el Tour, pero hay otros mejores que yo en carreras de un día, corredores con chispilla. Corredores como Samu, Óscar, Valverde, que rematan. Así es fácil motivarse y entregarse", añadió. "Hemos controlado la carrera en todo momento. Ha sido más fácil de lo previsto porque el recorrido era muy duro y había poca gente capaz de fastidiar. Y, además, Samu, al final, ha estado listo e imponente. Se ha manejado con facilidad en un grupo de tanto nivel", dijo Contador.

"Todo se ha decidido por el marcaje entre Bettini y Valverde. Samu lo ha sabido aprovechar muy bien", continuó Sastre; "y ya nos había mostrado también cómo trabajaba para el equipo. Hace un par de años, en Salzburgo, lanzó el esprint para Valverde y aún terminó cuarto [el murciano fue tercero tras Bettini y Zabel]. Ya le tocaba a él". Y también le podría tocar a Valverde, quien lanzó, por ejemplo, a Freire cuando el de Torrelavega ganó su tercer Mundial, en Verona en 2005, y que ayer fue perjudicado por su etiqueta de gran favorito. "He estado todo el tiempo muy vigilado. Bettini no se ha movido de mi lado", dijo Valverde. "Y yo tenía buenas piernas", afirmó el italiano, el campeón olímpico y bicampeón del mundo, el ciclista de referencia en este tipo de carreras, quien no pudo evitar hacer un gesto de desconsuelo al cruzar la meta y ser informado de que Rebellin había sido segundo; "pero en el momento clave estaba mal colocado y no pude hacer nada". Y no pudo hacer nada tampoco, ni Valverde siquiera, cuando Cancellara, que estaba en su grupo en la última subida, se lanzó como un poseso en el descenso. "Les sacó de rueda y no pudieron cogerla", contó el seleccionador, Paco Antequera, que sufrió en el coche, sudando al alimón con Lissavetzky.

"Bueno, sufrir, sufrir...", dijo el técnico de las 12 medallas, seis de ellas de oro; el hombre discreto que inició su aventura precisamente arriesgándose a llevar a Freire, entonces un desconocido, al primer Mundial de Verona, el que inició su serie. "Sí que pasé un momento de tensión cuando oímos que se iba el último corte y que no estaba Valverde, pero respiré cuando oí que sí que iba Samuel. Todo ha sido mucho más fácil teniendo a uno como Sastre en carrera. Es como si estuviera yo dentro del pelotón", explicó.

"La selección no ha sido selección, sino un equipo", precisó Samuel; "Sastre, el capitán, nos ha dado tranquilidad en todo momento. Y Paco es un fenómeno que nos ha sabido llevar sin nerviosismo". El asturiano era evidentemente la persona más feliz del mundo, pero no el único que acababa la jornada satisfecho. "Estoy fastidiado, pero contento", dijo Freire; "más no se puede pedir. Una medalla, y encima de oro, en un deporte tan difícil como el ciclismo, en el que nunca dos más dos suman cuatro".

"Samu ha rematado el trabajo", resumió Sastre; "yo no llevaré el maillot de campeón olímpico, pero es como si lo llevara. Lo llevaremos todos un poco".

Sastre, Contador, Samuel Sánchez y Valverde, encabezando la prueba.
Sastre, Contador, Samuel Sánchez y Valverde, encabezando la prueba.EFE

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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