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Crónica:PEKÍN 2008 | Gimnasia
Crónica
Texto informativo con interpretación

Deferr agranda su historia

Con la plata en suelo, el gimnasta suma ya tres medallas olímpicas e iguala al ciclista Joan Llaneras como el español más premiado

Robert Álvarez

Se reclinó sobre una valla, miró a la nube de periodistas que le esperaban con una media sonrisa pícara en los labios y reventó: "¡Qué complicado ha sido! ¡Qué nervios tenía!". Así es Gervi. Gervasio Deferr. Vivaracho, espontáneo, magnético cuando es feliz. Lo era. Vaya que sí. Allí, en las tripas del Palacio de Deportes Olímpico de Pekín, verbalizando su desbordante alegría, su clímax emocional después de cuatro años plagados de dificultades rematados con una medalla de plata en suelo. "Tres medallas en tres Juegos, no tengo mucho más que decir". Una broma, claro. Cómo no iba a tener nada más que decir un tipo tan extravertido, volcánico, como él: "No. No es la medalla de oro, pero ésta es en suelo y también me sabe a oro. Estoy exultante. No podía fallar y no lo he hecho. Se agranda la historia".

"No sé por qué, pero, cuando volaba por el aire, ya sabía que iba a clavarlo"
"Tres medallas en tres Juegos. No tengo mucho más que decir"
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'Gervi' casi nunca falla
Un ejercicio un millón de veces repetido

Cuando tocó diana en la Villa Olímpica, las sensaciones del gimnasta que iba a luchar por la tarde para agrandar su epopeya y ganar una tercera medalla, tras las dos de oro en salto en Sidney y Atenas, notó un hormigueo en el estómago: "Tenía un sentimiento de ansiedad. Sabía que iba a estar complicado". Sólo unos días antes había tenido que renunciar al salto. La muñeca le estallaba. Pero se había preparado a conciencia para el ejercicio de suelo.

La competencia en la final era de aúpa. Tenía que salir el último tras los otros siete finalistas. Dos de ellos habían conseguido mejores notas en la ronda clasificatoria. "He sufrido como un cabrón. Cuando he visto que Dragu [el rumano Dragulescu] se caía de culo, cuando he visto que Hypólito...; bueno, Hipólito es lento de salida y sabía que podía fallar como así ha sido. 'No puede ser que pase esto', me he dicho. He pensado: 'Les pasa lo mismo que a mí, que no soportan la presión'. Sólo faltaba que fallara el chino, pero no. Le han puntuado un poco alto, pero yo no he hecho un ejercicio mejor que él", reconoció el español comentado el ejercicio del campeón, Zou Kai.

A medida que fallaban sus competidores, en la mente de Gervi se solidificó una sola idea. No fallar, no arriesgarse más de la cuenta: "Sólo tenía que hacer mi trabajo, sin buscar maravillas". Y allá que se fue. Hubo un momento, cuando hizo un sencillo San Pedro, en que las piernas se le fueron levemente. Podían penalizarle de una a tres décimas. Lo atribuyó a que los pies se le deslizaron un poco: "Soy uno de los pocos que voy descalzo. Me pongo un spray para que no me suden los pies. No ha habido mayor problema. Sabía que todo iba bien. No sé por qué, pero, cuando volaba por el aire, ya sabía que iba a clavarlo. Cuando he visto la nota, no sabía si era segundo o tercero. Lo he visto en la pantalla y me he dicho: 'Genial".

Un poco más relajado, contó que ya no se monta las películas que se montaba cuando era un poco más joven, que no se tatuará como hizo en Sidney y Atenas porque la promesa era sólo si lograba el tercer oro. Y, liberado, muy liberado, Gervi prosiguió: "A mis 27 años, operados dos veces de los hombros, tocado en la espalda, hace dos meses que casi me rompí el pie... Mi padre me ha dicho que siga haciendo historia". Pero la duda planeaba. Le preguntaron de nuevo. Confesó haciendo un canto a su pasión por uno de los deportes más universales y más mediáticos en los Juegos. "De momento, sigo. No me echéis todavía. Soy longevo, sí; pero viejo, no. Espero poder estar en forma y continuar en los próximos Juegos. A mí me gusta y disfruto. No me cuesta entrenarme. Para aquéllos que critican mi forma de entrenarme, a los hechos me remito. He trabajado muy duro para esto. Las he pasado canutas en Madrid y éste es el resultado".

Alfredo Hueto, su entrenador, se emocionó cuando explicó ante la prensa lo mucho que Deferr ha dado al deporte español: "Es el Maradona de la gimnasia. Cuando se sube ahí, es una máquina. Estar aquí con la medalla de plata después de todo lo que hemos pasado es algo increíble". Sobre el futuro de su pupilo, bromeó: "Si Llaneras está ahí con 39 años, él también puede seguir. Hay gimnastas mayores que él. En suelo, lleva tres medallas de plata en los Mundiales [la de 2002 la perdió por fumarse un porro] y ahora una en los Juegos. La próxima vez tiene que ser de oro. Pero los que hoy han fallado se lo van a poner muy difícil".

Antes de hablar con la prensa, nada más enfilar el túnel hacia la zona mixta y los vestuarios, Gervi habló por teléfono con su padre y su hermano, que siguieron su ejercicio por televisión desde Barcelona y Girona. "¡Enorme, eres muy grande. Lo has clavado!", le decía su hermano. "No podía fallar. Lo había hecho millones de veces". Acto seguido, se dirigió a la zona en que le aguardaba doña Cristina, que le agradeció el ramo de flores que le regaló tras la ceremonia de las medallas. "¡Qué nervios tenía!", le dijo. "¡Cómo no! ¡Nosotros también estábamos muy nerviosos!", le contestó la Infanta antes de pasarle el móvil desde el que le felicitó don Juan Carlos. También habló con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Gervasio era la encarnación de la felicidad. Dudaban de él, pero de Pekín se irá con su tercera medalla en tres Juegos, el único español con Joan Llaneras que lo ha logrado, y más admirado que nunca por su calidad y su competitividad.

Gervasio Deferr vuela en su última diagonal del ejercicio de suelo.
Gervasio Deferr vuela en su última diagonal del ejercicio de suelo.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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