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Reportaje:EL VIAJE DE NOVIOS QUE NUNCA LLEGARÁ | Catástrofe aérea en Madrid | Las víctimas mortales

Campanas de boda, campanas de duelo

El sábado a las siete de la tarde, el párroco de la iglesia de la Asunción, ordenó que el campanario de Batres (Madrid) tocara a fiesta. María Jesús Font (31 años), vecina del pueblo que emigró hace ocho años a Gran Canaria por motivos de trabajo, había vuelto a su pueblo para casarse con su novio Rubén, un ingeniero al que conoció en las islas. El miércoles tenían previsto volver a Canarias para hacer las maletas y preparar su viaje de novios, pero ese día sus nombres aparecieron en la lista de fallecidos. Desde entonces, las mismas campanas que celebraron su boda no dejan de llamar a duelo.

La ceremonia, según los vecinos, se vivió como un acontecimiento en este pequeño municipio del suroeste de Madrid (de unos 1.400 habitantes), estuvieras o no invitado. "Ya sabes cómo es la gente en los pueblos", explica Beatriz Olea, amiga y vecina de María Jesús frente a la casa de la fallecida, en el número 19 de la calle del Molino. "Estas fiestas se celebran como propias". "Sobre todo porque era una chica de aquí, conocida por todos, que vivía fuera", prosigue. "Todo el mundo quería saber cómo le iba la vida y el trabajo, quién era el hombre con el que se iba a casar...", añade Beatriz.

"Su intención era hacer las maletas e irse, pero ahora..."
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Un reguero de familias destrozadas

A esta reunión improvisada en mitad de la calle y bajo un sol de justicia se incorporan Mario y Rocío, tío y prima de María Jesús. Con la tristeza y el cansancio grabados en la cara, la joven asegura que no ha pegado ojo desde que, a última hora del miércoles, conociera la trágica noticia. "Se fue del pueblo hace unos ocho años", cuenta. "Quería vivir en Canarias así que buscó trabajo como cajera de un supermercado. Durante este tiempo ha hecho de todo: ha trabajado como voluntaria de la Cruz Roja, se ha dedicado a hacer tatuajes y piercings... Ahora había decidido dedicarse a estudiar psicología", prosigue Rocío.

Allí conoció a Rubén Sánchez, un ingeniero especializado en energías renovables, según Mario, tío de María Jesús. Tras su matrimonio iban a instalarse en Vecindario (Gran Canaria), donde tenían su casa. "Habían decidido dejar su viaje de novios para septiembre", explica Mario, que asegura que todavía no habían elegido destino. "Su intención era preparar el viaje, hacer las maletas e irse, pero ahora...". Y se le quiebra la voz.

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Beatriz, la vecina y amiga, tercia en la conversación para recordar cómo los vecinos se congregaron a la puerta de su casa para ver a la novia. "Estaba preciosa con su vestido blanco, de cola pero muy sencillo. Pero se negaba a salir", cuenta. "Le daba vergüenza que todo el mundo la viera vestida de novia, pero cuando al fin salió, todo el mundo la aplaudía y silbaba de lo guapa que estaba", prosigue la vecina que asegura que, en los últimos días que pasó en el pueblo, María Jesús le confesó sus planes con su marido y cómo habían pensado en tener niños lo antes posible.

Mario, el tío de la fallecida, asegura que, tras el siniestro, varios de los familiares de la pareja necesitan apoyo psicológico y tratamiento farmacológico y muestra su preocupación por los más mayores, los que, junto a los padres, peor han encajado el golpe. El golpe de perder, dice, "a una persona maravillosa".

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