"Será muy doloroso ver el uniforme de Spanair en casa"
La plaza de la iglesia de Sant Baldiri, en Sant Boi de Llobregat (Barcelona), estaba llena a rebosar a las 11 de la mañana de ayer. Decenas de personas despedían a Raquel Pérez Sánchez, una de las azafatas fallecidas en el accidente aéreo que segó la vida de 154 personas. Tenía 25 años.
Una de sus hermanas, de 21 años, es también azafata de Spanair. La joven declaraba ayer que estaba decidida a continuar trabajando de auxiliar de vuelo en la aerolínea a pesar de la trágica muerte de Raquel. El portavoz de la familia, Jordi Casals, matizó, sin embargo, que "la decisión se tomará más tarde". "Será muy doloroso ver el uniforme de Spanair en casa, y hay que pensarlo".
El dolor de los allegados de Raquel era evidente. "La familia está muy afectada y no es capaz de atender a nadie", expresó emocionado Casals. "Estos días no podemos ver la televisión ni comprar el periódico. Todo nos recuerda a Raquel", aseguró. Casals agradeció a Spanair y al Ayuntamiento de Sant Boi de Llobregat -que ha puesto a disposición de la familia varios psicólogos- la atención recibida. Raquel Pérez, hija de Juan Carlos Pérez Rojo, jugador del Fútbol Club Barcelona en los años ochenta, fue una de las primeras víctimas identificadas. Casals y Rojo pudieron ver a la joven: "Estaba perfectamente reconocible; no tenía quemaduras, tan sólo un moratón en la barbilla", explicó el portavoz.
También fueron enterrados ayer en Las Palmas de Gran Canaria Mónica Diepa, maestra de 26 años; el matrimonio formado por Manuel Mateo Martín Pérez e Isabel Domínguez Pérez y su hijo Cristian, de 13 años.
