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Reportaje:

Cimenta la crisis

Alejandro Bolaños

Hace un año, la crisis de las hipotecas basura de Estados Unidos iba a tener un "impacto relativamente pequeño" en la economía española, que entraba en una etapa de "desaceleración suave", en palabras del vicepresidente económico, Pedro Solbes. Hace una semana, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, no pudo más que constatar "el estancamiento" de la economía española y rehizo el análisis. "Todo empezó a torcerse con las hipotecas subprime, desde la crisis financiera todas las economías avanzadas pasan por serias dificultades", afirmó. Una reflexión que brinda un asidero: pese a registrar entre marzo y junio el crecimiento más débil en 15 años (un 0,1% en tasa trimestral), España salió mejor parada que las otras grandes economías europeas.

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La comparación internacional concede un pequeño alivio, aunque la perspectiva de los expertos, sobre todo extranjeros, es radicalmente distinta del análisis del Gobierno. El Ejecutivo español incide en las causas externas, en que el estrangulamiento del crédito ha acelerado el desplome de la construcción, muy endeudada. Los analistas ponen el acento en que la burbuja inmobiliaria se había hinchado hasta límites insoportables, en que el abultado déficit exterior había encendido las alarmas hace tiempo.

"Hemos resistido mejor que la zona euro", abundó Zapatero tras el último Consejo de Ministros para abordar la crisis. Pero el histórico retroceso de los Quince extiende los malos presagios. La industria, que estaba llamada a sostener el crecimiento ante el previsible desfondamiento de la construcción, depende en gran medida de las exportaciones. Alemania, Francia e Italia son los tres principales clientes de las empresas españolas. Y la zona euro es el destino del 56% de las ventas al exterior, entre las que las manufacturas son las mercancías que más negocio generan.

Todo apunta a que el vertiginoso deterioro de la economía española se tomará un ligero descanso este verano. La escalada del petróleo es ahora menos empinada (el barril de petróleo se ha abaratado 30 dólares en poco más de un mes), lo que debería notarse, al menos, en la inflación de agosto. Y el tercer trimestre suele ser un valor seguro para la economía española, aunque el turismo también empieza a resentirse por la crisis internacional. Según los datos difundidos esta semana, la entrada de visitantes extranjeros en julio fue un 8% inferior a la del mismo mes del año pasado, en lo que es la mayor caída desde mediados de los noventa.

La apuesta generalizada es que el alivio que da la comparación internacional ya servirá de poco a partir de otoño. Porque si lo que auguran los índices de confianza de consumidores y empresarios se materializa, el riesgo de que la economía española entre en recesión volverá a ser muy elevado a principios de 2009. Con este horizonte, será el mercado laboral el que dará la medida de la dimensión de la crisis. Y con el 30% de los trabajadores con contratos temporales y, por tanto, con despido gratis para las empresas, la velocidad del ajuste puede volver a dejar atrás las previsiones del Gobierno. -

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