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Italia y Francia ponen límites

Ya en febrero de 2003, el Parlamento italiano discutió la necesidad de aplicar con rigor la orden de 1994 que apremiaba a profesores y familias a evitar que los estudiantes fueran cargados como mulas al colegio. El asunto de las mochilas es notorio en Italia al menos desde 1993, cuando una circular de Sanidad, haciéndose eco de un artículo de investigadores italianos publicado en Lancet, alertó del peligro del peso para las columnas de los niños.

Esas recomendaciones se incluyeron en un decreto ley de junio de 1995, y aunque en diciembre de ese mismo año otro informe de Sanidad determinó que las mochilas no afectaban tanto a la columna -se decía que las desviaciones son casi siempre de origen genético-, el ministerio recomendó que los niños no cargaran con más de 15 kilos durante periodos prolongados. A la vista de que Francia impuso un límite máximo de cinco kilos para los alumnos de primaria y de 6,7 kilos para los de secundaria, Educación pidió a los editores contener el peso de los textos, y fomentó las bibliotecas escolares y el material multimedia. Finalmente, en 1999 se impuso a las escuelas que habilitaran taquillas personales, y se estipuló que el peso de las mochilas no supere entre el 10% y el 15% del peso corporal del alumno.

El pasado abril, un juez de paz de Reggio Calabria obligó al Ministerio de Educación a indemnizar con 500 euros a un escolar de 11 años, de "corpulencia escuálida", que sufre una patología de columna. Según el juez, la responsabilidad es del instituto, por no aliviar el número y el peso de los libros de texto.

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