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El conflicto de Bolivia

Un difícil bautismo de fuego para Unasur

Jorge Marirrodriga

Resucitada el pasado mayo después de casi cuatro años de inactividad total, la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) se enfrentaba ayer a su bautismo de fuego con la reunión de urgencia convocada por Chile para analizar la crisis interna boliviana.

A pesar de las constantes declaraciones políticas que apoyan la integración regional -de las que ningún presidente de la zona osa desmarcarse-, lo cierto es que las diferentes iniciativas intentadas hasta ahora no han resultado eficaces, cuando no han languidecido hasta morir ante la pasividad de sus protagonistas.

El ejemplo más claro es lo sucedido con Mercosur, sin duda el único proceso palpable de integración, sometido a importantes tensiones económicas entre sus miembros, problemas políticos derivados de la entrada de Venezuela y que ni siquiera ha podido actuar como árbitro en la crisis fronteriza por la construcción de una fábrica entre Argentina y Uruguay, que han preferido lavar los trapos sucios fuera de casa y marcharse al Tribunal de La Haya.

La otra gran organización regional, el Pacto Andino, fue declarada "moribunda" y abandonada por el venezolano Hugo Chávez, mientras Bolivia quiere desmarcarse también después de que Colombia y Perú hayan negociado por su cuenta Tratados de Libre Comercio con EE UU.

El mismo Unasur no ha tenido una trayectoria precisamente brillante. En diciembre de 2004 se fundó en la ciudad peruana de Cusco la Comunidad Suramericana de Naciones, de la que nunca más se supo hasta que en mayo de 2008 sus socios decidieron refundarla cambiando ligeramente el nombre.

Sin embargo, hubo un hito en la historia de estos grupos que acalló definitivamente las voces, cada vez más crecientes, que dudaban de su utilidad. El pasado marzo, el Grupo de Río -todos los países de América menos EE UU y Canadá- se reunieron en Santo Domingo para tratar la crisis entre Colombia, Ecuador y Venezuela. La reunión fue un éxito total que desactivó una explosiva situación de tensión diplomática y premilitar.

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Éste es el antecedente que ha estado en la mente de los reunidos ayer en Santiago en lo que constituyó, más que el estreno, el bautismo de fuego de Unasur.

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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