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Madrugada con tromba de agua

La lluvia arrasa el este

Una mujer muere en un barrio de Coslada anegado por el agua a presión de un desagüe - La A-3 se corta durante 10 horas

A Paqui la despertó el barro y el agua. Eran las cuatro de la mañana y un metro y medio de lodazal cubría el salón de su casa de una planta, en la avenida de Vicálvaro de Coslada. El agua llegaba hasta los pies de su cama y de la de sus hijos. Esperaron un poco. Pero la cosa iba a peor. Una hora más tarde, decidieron abandonar la casa. Prácticamente tuvieron que bucear hasta la entrada. Cuando intentaron salir, una riada de mil diablos, escupida a presión por un desagüe que atraviesa la M-45, arrancó de cuajo la puerta de hierro de la calle. Francisca Zamora Cano, de 55 años y madre de cuatro hijos, se asomó un poco. Pero tampoco pudo aguantar la embestida. Terminó 200 metros más abajo. Murió ahogada, atrapada debajo de las ruedas de un coche. "¡Mi madre, por favor, mi madre!", gritaba su hija sin poder hacer nada.

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Éste es el desenlace más terrible de una de las historias que arrojó ayer la tormenta. El cielo quiso reventar esta vez sobre el este de Madrid. Y Coslada, San Fernando y Rivas, una zona que suma 185.000 habitantes, quedaron anegadas. Comenzó como comienza siempre. Lluvia, alarmas de coches, y llamadas a los bomberos (hasta 1.600). Pero terminó con decenas de casas inundadas y las calles cubiertas por hasta un metro de fango. Una mezcla de tierra, basura y agua procedente, en parte, de la Cañada Real, que los viejos colectores no fueron capaces de absorber.

"Es una vergüenza. Hemos estado llamando desde las cuatro. Y todavía no han venido los bomberos", relataba Tomás a las 11.30. Él y decenas de vecinos sacaban cubos de lodo del interior de casas y trasteros, en el 19 de la avenida de Irún de San Fernando de Henares. Lo mismo explicaron los vecinos de Paqui. "Hemos llamado varias veces al médico, pero las ambulancias han tardado en llegar".

En Coslada, los vecinos de la calle de Santiago tuvieron que ser evacuados. El Ayuntamiento deberá realojarlos. En San Fernando, el Consistorio pedirá que se consideren algunas áreas como zona catastrófica.

Por la mañana, el caos se hizo amo de las calles del sur y las carreteras colindantes. La A-1, la A-2 y la A-3 estuvieron cortadas varias horas por culpa de las inundaciones. Tres vías cruciales para Madrid que provocaron hasta 130 kilómetros de atascos. La M-30, esta vez, aguantó las inclemencias del cielo.

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San Fernando se llevó una de las partes más feas de la historia. La avenida de Irún, que forma una suerte de vaguada en la ladera del flamante hospital del Henares, se convirtió en una piscina de barro. Por la mañana, la indumentaria de trabajo era el bañador, las chanclas y la pala. No era una playa. Era un pantano. Y todo el mundo se había tenido que rebozar en el fango para salvar las pertenencias que todavía conservaban su aspecto original.

Unas calles más arriba, Víctor y Beatriz contemplaban devastados los restos de su negocio. Poco quedaba del salón de belleza Dumai, inaugurado hacía apenas un año. El agua reventó todos los tabiques y la riada se llevó los muebles. No quedó nada. "A las 7.30, el agua ya cubría toda la fachada". "Hemos pedido mil veces al Ayuntamiento que limpie las alcantarillas, pero nunca nos han hecho caso", insistía.

En Coslada, la peor parte se la llevó Paqui. Pero los vecinos estaban muy asustados. "Siempre lo ves por la tele. Dices '¿cómo puede pasar esto?' Y anoche, lo vimos desde la ventana. Mucho miedo, mucho. Pero tenía que pasar. Siempre que llueve entra agua en las casas, nunca tanta. Pero desde que han hecho la M-45, cada vez llega más alto".

Juana, aferrada a escoba y cubo, llevaba tres horas arrastrando barro hacia el exterior de su casa, en la avenida de Vicálvaro. Junto a ella, Marisa y tres vecinas más. "Hoy ha sido la Paqui, pero mañana eres tú, o soy yo misma, vamos, terrible", seguía Marisa. Un portavoz del 112 explicó ayer que "hay que priorizar los casos, pero que en el caso de la fallecida llegaron en ocho minutos".

Carreteras paralizadas

Las calzadas tenían piel de barro. Los coches, todos naufragaron y se empotraron en cadena. Los garajes tragaron agua hasta el metro de altura. "Mi coche nadaba", resumía Demetrio, encogiéndose de hombros. El coche nuevo de su hijo estaba aplastado contra un árbol.

Juan, vecino de la mujer fallecida, se encontró con un río en su jardín. Su mujer estaba indignada. "Nos tratan como a ciudadanos de segunda, o de tercera, porque dicen que somos ilegales. ¡Llevamos años quejándonos y nadie hace nada!".

Las carreteras de entrada y salida a la capital se paralizaron. "Todo era un barrizal", explicaba uno de los conductores que pasó ayer por la A-3 hacia Madrid. Barro en mitad de la vía, tierra desplazada de los laterales. Y lluvia, más lluvia todavía a las dos de la tarde. El agua formó un charco al llegar a Santa Eugenia que dejaba un solo carril para pasar.

El nivel de alerta ha bajado. Pero seguirán las lluvias toda la semana.

Con información de Amaya Izquierdo y Pilar Álvarez.

Vecinos de la avenida de Vicálvaro, en Coslada, observan el lugar donde los familiares de una mujer encontraron su cadáver, arrastrado por la riada.
Vecinos de la avenida de Vicálvaro, en Coslada, observan el lugar donde los familiares de una mujer encontraron su cadáver, arrastrado por la riada.RICARDO GUTIÉRREZ

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