Matando por la espalda
Si Jaime Rosales se aproxima a ETA y al País Vasco desde el riesgo formal, el debutante Gorka Merchán (San Sebastián, 1976) ha decidido llegar a parecidas conclusiones con un formato más clásico. "El cine de Jaime es muy necesario, como la alta costura en la moda: avanza en las tendencias pero no le gusta a todo el mundo", asegura Merchán, cuya película La casa de mi padre es el plato fuerte del Día del Cine Vasco, que el certamen celebra hoy. Carmelo Gómez encarna a Txomin, un empresario que vuelve tras 10 años en Argentina a su casa natal, junto a su mujer (Emma Suárez) y su hija (Verónica Echegui), para reconciliarse con su hermano moribundo, del que se distanció por motivos políticos. Entremedias, un sobrino conflictivo (Juan José Ballesta), pelotari que juega igual que vive, descentrado y a empujones violentos, y un periodista amigo (Álex Angulo), que ve su vida comprometida por sus palabras. Para Merchán, "Euskadi es como una casa cerrada, debemos convertirla en una ciudad. Somos un pueblo que sufre, y me refiero a todo su amplio espectro, con un cáncer, ETA, que tenemos que extirpar. Deberíamos dar más importancia a la humanidad, porque vivimos en una sinrazón". De ahí, de esa defensa del ser humano, llega la decisión del director de rodar los asesinatos -cometidos por la espalda- mostrando sólo los pies de los asesinados. "El acto es demasiado duro como para banalizarlo o mostrarlo. Yo enseño cómo se escapa la vida, por ejemplo, con la sangre que se va por el desagüe".