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Reportaje:La lucha contra el terrorismo

El viaje de vuelta a ETA

La historia de la Mesa Nacional de Batasuna tiene ejemplos de dirigentes, como el detetenido Unai Fano, que pasaron de la política a empuñar las armas

La permeabilidad entre el mundo político que apoya a ETA y la organización terrorista parece ya casi una de las marcas de la casa. A veces da la sensación de que en la ventanilla de Batasuna se expenden los billetes de ida que llevan hacia su Mesa Nacional (lo normal en cualquier partido). Pero en su reverso, algunos, los elegidos, tienen un tique de vuelta que conduce a ETA, a sus comandos o a las altas instancias del Zuba, el comité ejecutivo de la organización terrorista en Francia.

Por eso ya no es extraño que la cara de determinados dirigentes de Batasuna que vivieron sus cinco minutos de gloria por ejemplo en el Parlamento vasco o en las sucesivas ruedas de prensa del partido, más pronto que tarde, aparezcan en los informativos de televisión. Pero con el sello de ETA junto a su fotografía de carné. Así ocurrió el martes, cuando la policía francesa detuvo a Unai Fano, el enlace entre ETA y Batasuna durante el fallido proceso de paz en 2006 y asesor de Arnaldo Otegi en las conversaciones de Loiola con PNV y PSE.

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El "hombre de ETA" en la sombra de Batasuna, según la policía, ahora acampaba en tienda de campaña con su compañera María Lizarraga en una zona boscosa de la región francesa del Loire. Su última fotografía como dirigente de Batasuna fue tomada el 2 de febrero pasado junto a Pernando Barrena y Patxi Urrutia, pocos días antes de que la policía detuviera a estos dos últimos por reiteración delictiva. Había cambiado los micrófonos de las ruedas de prensa -como aquella en la que denunció junto a Otegi que estaba siendo espiado por los servicios secretos- por los útiles para robar coches. Interior le sitúa en el "aparato militar". Ese viaje lo hizo a mediados de los años noventa otro de los líderes de la entonces HB, Felipe San Epifanio. Pipe acabó poniendo bombas en el comando Barcelona. Pero antes formó parte de la Mesa Nacional en representación de KAS. Y antes en Jarrai, el semillero de la kale borroka. También fue parlamentario electo de este grupo en la Cámara vasca. En el billete de vuelta a ETA, algunos llegan a los puestos más altos. Del Parlamento al cielo etarra. Apuntando maneras en la Cámara más que preocupantes. El caso paradigmático es el de Mikel Zubimendi. Con un carrerón similar al de San Epifanio. Fue portavoz de Jarrai y luego parlamentario. El consejero de Justicia del Gobierno vasco Ramón Jáuregui se atragantó con una de sus actuaciones estelares. En marzo de 1995, un provocador Zubimendi vertió sobre el escaño de Jáuregui un saco de cal. El caso Lasa y Zabala estaba de plena actualidad. Los huesos de ambos etarras habían aparecido en una fosa en Alicante, enterrados en cal. En marzo de 2006, Zubimendi volvía a la Mesa Nacional. En medio quedaba su desaparición de la escena política en 1996. Dos años después, fue arrestado en París junto con el jefe militar Josetxo Arizkuren, Kantauri.

Jon Salaberria, también de la cantera de Jarrai y diputado por EH, hizo un sonado alegato de la lucha armada en la tribuna de oradores. No escondía sus credenciales. Puso tierra de por medio. Fue detenido en mayo pasado junto al dirigente Javier López Peña, Thierry, en Burdeos.

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Cierra el círculo el particular viaje de Josu Ternera. En los ochenta, ideólogo en la dirección de la ofensiva con coches bomba. Tras ser detenido y pasar por la cárcel, se sentó como parlamentario de EH en la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara vasca. Huyó para incorporarse de nuevo al Zuba para pilotar la última tregua. Y ahí sigue, en la dirección etarra.

Unai Fano (a la izquierda) y Mikel Zubimendi.
Unai Fano (a la izquierda) y Mikel Zubimendi.

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