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Reportaje:La carrera hacia la Casa Blanca

Sonrisas y populismo frente a las canas de la experiencia

La candidata republicana a la vicepresidencia despliega su estilo cercano para intentar convencer al electorado

Mónica Ceberio Belaza

El saludo inicial fue revelador de lo que estaba por venir. La candidata republicana, Sarah Palin, dejó claro que llegaba al debate pisando fuerte y que iba a usar la baza de representar al norteamericano medio. Y, ¿qué más en la media que acercarse afablemente a su rival, un veterano senador, y preguntarle si podía tutearle precediéndolo de un "Hey"? El demócrata Joe Biden aceptó el tuteo. Pero él se dirigió en todo momento a su rival como "gobernadora Palin".

Ambos vistieron de oscuro. Biden, de 65 años, llevaba traje negro, camisa blanca y corbata azul. Palin, 21 años más joven, prefirió llevar el pelo semirrecogido en lugar de su conocido moño e iba de riguroso negro, roto sólo por un broche de la bandera americana en la solapa.

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En el caso de la candidata republicana, la seriedad se quedó en la ropa: a lo largo de la noche todo fueron sonrisas, guiños, expresiones coloquiales y miradas amables a la cámara directamente dirigidas al corazón de los votantes.

Biden, un político con 36 años de experiencia en el Senado, estuvo más serio y concienzudo, y se dirigió más a la moderadora, Gwen Ifill, que a la cámara o a su rival. Tuvo menos contacto visual con los telespectadores. A cambio, ofreció un completo dominio de los temas.

Sarah Palin no conoce a fondo la política exterior ni tampoco muchos asuntos de política interna, por lo que no pudo hacer exposiciones brillantes. Pero llevaba la lección bien aprendida para dar respuestas básicas y repetir eslóganes. Y, sobre todo, la candidata supo jugar como nadie a hacer suyos los problemas de la clase media. En una de sus primeras respuestas ya anunció que su intención, más que contestar a la moderadora o a Biden, era "hablar directamente al pueblo norteamericano".

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Y eso hizo. Sus respuestas estuvieron plagadas de expresiones coloquiales como "you betcha", "darn right" ([ambas traducibles como "puedes apostar a que sí" o "claro"] o "doggone it" [algo así como "maldita sea"], que decía mientras guiñaba un ojo a los telespectadores. Insistió en la idea de que es una persona completamente ajena a la clase política que gobierna Washington. No había matices en sus respuestas, pero sí mucho ardor populista.

Su contrincante mantuvo un estilo muy distinto, pero también convenció. No fue condescendiente ni arrogante, como se temía, y ante los ataques de Palin desplegó amplias sonrisas antes de responder. Sabía que cualquier salida de tono le perjudicaría. Y no la tuvo, a pesar de la fama de incontinente verbal que le acompaña desde alguna de sus recientes entrevistas televisivas.

Biden defendió a Obama y atacó a McCain en lugar de a Sarah Palin, para la que incluso tuvo palabras elogiosas en algún momento. Suspiró profundamente un par de veces, pero sólo él sabe si los suspiros obedecían a un cierto nerviosismo o bien a no poder desplegar todas sus armas dialécticas ante una persona de una talla intelectual evidentemente menor que la suya. Biden también intentó acercarse al pueblo. En un emotivo momento, recordó cómo se tuvo que hacer cargo de sus hijos recién elegido senador después de que su mujer y su hija murieran en un accidente de coche.

Pero era sin duda la gobernadora de Alaska la que más se jugaba, y la que más interesaba a los espectadores después de unas recientes y desastrosas entrevistas que ponían en entredicho su capacidad para ser la vicepresidenta del país y en las que, al margen del contenido de sus respuestas, se había mostrado como una persona balbuceante y nerviosa que en algún momento llegó a parecer una caricatura de sí misma.

El debate podía convertirse en un renacer para Palin o en su defunción política. Las expectativas eran muy bajas, lo que la beneficiaba, pero si se ponía nerviosa por el peso que tenía sobre sí, estaba perdida. Le salió bien. El jueves por la noche Sarah Palin, con todas sus limitaciones, fue la mejor Sarah Palin que puede ser.

Joe Biden y Sarah Palin charlan después del debate.
Joe Biden y Sarah Palin charlan después del debate.REUTERS

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Sobre la firma

Mónica Ceberio Belaza
Reportera y coordinadora de proyectos especiales. Ex directora adjunta de EL PAÍS. Especializada en temas sociales, contó en exclusiva los encuentros entre presos de ETA y sus víctimas. Premio Ortega y Gasset 2014 por 'En la calle, una historia de desahucios' y del Ministerio de Igualdad en 2009 por la serie sobre trata ‘La esclavitud invisible’.

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