_
_
_
_
_

"El diablo me atrapó"

Julio sube al estrado y empuña con fuerza el micrófono.

—Antes de conocer a Jesucristo, el diablo me tenía atrapado en la droga. La heroína, la cocaína, las pastillas. Todas las he probado. Durante 30 años. ¡Que el Señor las reprenda!

—Amén —contestan a coro medio centenar de personas.

El local de la Iglesia Evangélica La Unción, en el corazón de Las Tres Mil Viviendas, está abarrotado. Sigue Julio:

—Hubo un tiempo en que antes de levantarme de la cama tenía que tomar un gramo de coca y medio de heroína. ¡Que el Señor las reprenda!

—Amén.

—Luego me metía 15 o 20 gramos y salía a la calle con 20.000 duros a ver si encontraba droga mejor. Estaba tan enganchado que apenas podía andar. ¡Que Dios la reprenda!

Más información
Los evangélicos pescan fieles en la crisis católica

—Amén.

Julio es hoy un tipo fuerte. Su adicción era tal, dice, que "cometía delitos para entrar en la cárcel, a ver si dentro me podía desenganchar". Su compañera, "que rendía culto", le dijo: "El único que puede sanarte es Dios; pero yo me cachondeaba".

Su salud se deterioraba por días: hígado inflamado, hepatitis C, asma, huesos atrofiados. Un desecho. Los médicos le informaron sobre la gravedad de su estado. Hizo caso a su compañera y se puso en manos del pastor José Jiménez. Tiempo después, estaba curado. "Dios tuvo misericordia de mí". Amén.

Es un miércoles cualquiera. Como todos los días, en el pequeño local de la calle Escultor Sebastián Santos, en el corazón de Las Tres Mil Viviendas, el barrio más deprimido de Sevilla, medio centenar de gitanos, limpios y acicalados, asisten al culto de la Iglesia Evangélica La Unción.

Cuatro mujeres que forman el coro empuñan cada una su micrófono. Un joven veinteañero, José Luis El Porri, toca el órgano. Entonan El agua más cristalina. "Una mezcla de música evangélica, salsa y flamenquito", apunta El Porri.

El testimonio de Julio forma parte del guión de un culto evangélico gitano. Los hermanos dan fe de sus milagrosas curaciones. La profesora de Antropología Manuela Cantón explica que los dones o carismas son un pilar fundamental de los evangélicos. Entre éstos destacan "el don de lenguas y las sanaciones, y algunos carismas más modestos, como la habilidad de los pastores para predicar o el talento para cantar".

El pastor Jiménez inicia su sermón con una frase rotunda: "Hubo un golpe de Estado en el cielo, que dio Satanás". Luego, condenará el matrimonio entre homosexuales, por antibíblico. "Dios no creó un ser intermedio, sino un hombre y una mujer, para que procrearan".

Termina el culto. Las mujeres se besan y los hombres se dan la mano. Salen al exterior. La noche oculta las miserias del barrio. Al menos por un par de horas, los vecinos de Las Tres Mil han rozado su cielo particular. Amén.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_