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La polémica sobre el trasvase Tajo-Segura

El PSOE frenó las fugas de voto, pero no el malestar

A los nueve de la mañana, la dirección del Grupo Socialista citó ayer a sus 17 diputados de la Comunidad Valenciana y de Murcia. José Antonio Alonso y Ramón Jáuregui querían asegurarse de que no hubiera fuga de votos. Ambos explicaron a sus diputados que se trataba sólo de la admisión a trámite del Estatuto de Castilla-La Mancha y que será a partir de ahora cuando se entre en los pormenores del texto, en el trámite de ponencia y en el de Comisión.

Expresamente se les dijo que el presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, haría una intervención asumible y que favoreciera el consenso para ese primer trámite. Ninguno de los parlamentarios presentes expresó su intención de romper la intención de voto y la dirección socialista se quedó tranquila.

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Sin embargo, al poco de terminar Barreda su discurso, diputados valencianos y murcianos mostraron en sus escaños su malestar por la intervención del presidente autonómico, dedicada casi unicamente en el agua y en un tono que entendían poco conciliador. Un buen número de parlamentarios socialistas se levantó casi al unísono de su escaño y se encaminó hacia la cafetería situada en la parte de arriba del hemiciclo. Jáuregui, alertado del movimiento, acudió para comprobar que no había rebelión. El malestar no pasó de ahí y, al final, no hubo fugas de voto en la bancada socialista.

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