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La carrera hacia la Casa Blanca

Los republicanos acusan a Obama de fraude en el registro de votantes

McCain se juega su última oportunidad en el debate de Nueva York

Las acusaciones de fraude y la llegada masiva de nuevos votantes a los comicios presidenciales de EE UU amenazan con provocar la parálisis y el caos en el día de las elecciones, sobre todo en Estados altamente disputados y con un pasado conflictivo en la gestión electoral, como Ohio y Florida.

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A los posibles problemas logísticos se añaden las denuncias lanzadas por el candidato republicano esta semana. A la baja en todas las encuestas, el senador John McCain llegaba al debate celebrado esta madrugada tras unas intensas jornadas de duras críticas al demócrata Barack Obama por sus supuestos lazos con una organización que, en los últimos meses, ha enviado a las juntas electorales miles de papeletas de registro irregulares.

El debate de anoche, en la Universidad de Hostfra, en Hempstead, Nueva York, iba a ser el último encuentro entre los dos candidatos a la Casa Blanca, el que los analistas estadounidenses describieron ayer en la prensa como la última oportunidad de McCain para conseguir un empuje en los sondeos y ganar algo de iniciativa tras unas infructuosas semanas de golpes bajos y ataques a Obama por su supuesta vinculación con antiguos terroristas, que han terminado por perjudicarle ante los indecisos. Según la media de sondeos que realiza Real Clear Politics, Obama tiene un 49,8% frente a un 42,5% de McCain.

A diferencia de elecciones pasadas, en estos comicios hay un mayor número de Estados en los que las encuestas no ofrecen un claro favorito. En todos ellos se ha producido un fuerte aumento en las listas de ciudadanos registrados para votar. En total, en 13 Estados decisivos, como Ohio y Virginia, los demócratas han logrado registrar a 3,34 millones más de electores que los republicanos, según informa la campaña de Obama. En Estados acostumbrados al absentismo, como Georgia y Colorado, se temen largas colas en el mismo día de los comicios.

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A este temor, generalizado en ambas campañas, se le han unido las acusaciones de McCain de que los demócratas están al borde del fraude electoral. La Asociación de las Organizaciones Locales para la Reforma Ya (ACORN), una ONG que se dedica a registrar a votantes, está en su punto de mira. Este grupo ha logrado inscribir en el censo electoral a 1,3 millones de personas, todas de clase trabajadora o pertenecientes a minorías raciales. En este proceso, han acusado a ACORN de fraude al registrar a animales, personajes de ficción como Mickey Mouse o votantes fallecidos.

"Si estos intentos de fraude continúan, presagiamos un desastre y una pesadilla el día de las elecciones", dijo esta semana John Danforth, ex senador republicano y asesor de McCain. En un ataque preventivo, Danforth hizo todo lo posible para poner en duda la legitimidad de las elecciones, ya "manchadas", dijo, por el voto fraudulento.

Junto a sus acusaciones, la campaña de McCain ha revelado lo que define como los lazos de Obama con ACORN: que el senador trabajaba en los años noventa en el mismo bufete de abogados que representó a esta organización en un litigio contra el Estado de Illinois. Lo único que Obama hizo por ACORN durante esos años fue representar a este grupo, en virtud de una demanda del Departamento de Justicia, porque Illinois se negaba a que la gente se registrara para votar en las dependencias estatales de Tráfico. "Ésa fue y es mi única relación con ACORN", dijo el demócrata el martes en una conferencia de prensa.

ACORN, por su parte, se ha defendido como un grupo que ha logrado colocar frente a las urnas a mucha gente que en el pasado se ha abstenido por los muchos obstáculos que entraña este proceso. "Tenemos a 13.000 empleados. Un pequeño grupo de estas personas nos ha enviado papeletas falsas, y lo que están haciendo es engañarnos a nosotros, porque les pagamos por un trabajo que no hacen", dijo Kevin Whelan, portavoz de ACORN, en rueda de prensa.

No son los de ACORN los únicos registros de dudosa legitimidad en esta campaña. Hace unas semanas, en barrios predominantemente afroamericanos de Filadelfia, aparecieron unas misteriosas octavillas que advertían a los votantes que, si tenían multas de tráfico o no habían pagado la pensión a sus mujeres y a sus hijos, podrían ser detenidos ante las mismas urnas.

Otras explicaban, engañosamente, que los republicanos votaban el 4 de noviembre y los demócratas el 5, una vez acabadas las elecciones. Ambas estrategias estaban claramente destinadas a perjudicar a Obama en el Estado de Pensilvania.

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