El ex de Anne Hathaway, directo a la cárcel
Termina el juicio contra Raffaello Follieri, falso inversor del Vaticano
La culpa, en el fondo, la tuvo el demonio. Si no, ¿cómo se explica que Raffaello Follieri, católico devoto, sucumbiera a la tentación del lujo y la riqueza y por el camino defraudara a la Iglesia y a diversos empresarios por una suma superior a los dos millones de dólares? Sin llegar a exponerlo con palabras tan bíblicas, la defensa de Follieri, el ex novio de Anne Hathaway acusado de conspiración, fraude y blanqueo de dinero, trató de pintar durante el juicio que concluyó ayer en Nueva York un retrato de este joven de 30 años más cercano al de los mártires de la iconografía católica que al de los estafadores.
En realidad, la abogada de Follieri tampoco tenía demasiadas bazas que jugar después de que el propio Follieri decidiera declararse culpable el pasado verano de los 14 cargos que pesaban contra él para poder aspirar a una sentencia de 5 años en lugar que de 10. Así que, aprovechando su tan cacareada devoción católica, que le hizo viajar de Italia a Estados Unidos hace cinco años con la intención de "ayudar" a la Iglesia a vender sus propiedades, su defensa aún pedía ayer que se le aplicara una sentencia mínima "porque Follieri es un hombre extremadamente religioso". Es más, entre los documentos presentados para avalarlo había más de cien cartas, incluidas varias firmadas por curas católicos de Foggia, su ciudad natal. El culebrón Follieri debía de cerrarse ayer con la previsible condena de cinco años de cárcel en Italia, adonde debería ser deportado.
Su historia arrancó en 2003, cuando se presentó ante diversos inversores alegando que era el "elegido" por el Vaticano para que las diócesis católicas estadounidenses, en fuerte crisis económica, le vendieran sus propiedades. Para lograr su propósito se apoyó además en su noviazgo con la actriz Anne Hathaway.
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