McCain se enfrenta al desánimo de los suyos

Esta semana, John McCain ha tenido que regresar a New Hampshire, el Estado al que todo se lo debe, para tratar de impulsar su candidatura. Las encuestas le dan como perdedor, los pequeños escándalos de su compañera de ticket, Sarah Palin, le han hecho perder terreno y la ilusión parece esfumarse de sus actos electorales.

Sumido en una agotadora sucesión de mítines en pequeñas localidades de Ohio, Florida y Pensilvania, el republicano se ha instalado en la posición de lo que los estadounidenses llaman underdog, el caballo perdedor que puede acabar dando una sorpresa. En el pasado le ha funcionado, y ahora es su último recurso.

Fue en New Hampshire, donde Barack Obama le saca nueve puntos en las encuestas, donde McCain ganó dos veces las primarias, en 2000 y 2008. El senador considera que este Estado le resucitó en ambas ocasiones, cuando los analistas habían dado su candidatura por muerta. El miércoles, en un mitin, dijo a sus habitantes: "Sé que puedo contar con vosotros para ganar esta carrera desde atrás".

Pero no sólo con metáforas se ganan unas elecciones. Junto con Sarah Palin, McCain se ha puesto a recorrer el Estado de Ohio frenéticamente, incidiendo en pequeñas localidades socialmente conservadoras como Troy. Es en estos pueblos norteamericanos donde se decidirá la victoria.

Aquí, sin embargo, la enérgica ilusión que se vivió en los días posteriores a la Convención Republicana se ha esfumado. "Son los ataques negativos, que hacen que la gente haya perdido el entusiasmo", dice Bruce Ball, de 57 años. En los actos de campaña impera cierto desconcierto. "Por favor, cuando llegue el senador, gritad un poco más, que hay que lograr que se sienta bienvenido", decía el miércoles una activista por megafonía.