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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Depresión en el empleo

El aumento del paro y el crecimiento de la morosidad bancaria elevan el riesgo de recesión

Dos pésimas noticias mostraron ayer la profundidad de la crisis financiera global y sus dañinas consecuencias directas para la economía española. En el aniversario del crash de 1929, las Bolsas mundiales volvieron a desplomarse, acuciadas por el pánico a una recesión inminente. Madrid, Londres y Francfort perdieron en torno al 5%. No sólo fue otro día nefasto para las Bolsas. La Encuesta de Población Activa (EPA) correspondiente al tercer trimestre de este año confirmó que el paro se ha convertido ya en el problema económico más grave para el conjunto de la sociedad española. Entre julio y septiembre, el número de parados aumentó en 217.200 personas, hasta situar el total de desempleados en 2.598.800, con una tasa del 11,33%. En sólo un año, este indicador ha crecido tres puntos. En ese periodo se han destruido más de 164.000 empleos -es la primera vez que desciende el número de ocupados en términos interanuales desde la crisis de 1993- y tan sombrías estadísticas avanzan un intenso empeoramiento de la economía durante 2009.

Más información
España destruye empleo por vez primera desde la recesión de 1993
La tasa de paro sube al nivel de 2004 con 800.000 nuevos desempleados en un año

El análisis pormenorizado del mercado laboral indica que la economía española está empezando a vivir los momentos peores de la crisis. Con el agravante de que el ajuste inmobiliario todavía no ha terminado. Todos los sectores económicos, salvo el de servicios, destruyeron empleo y la temporalidad vuelve a aumentar. Cada día que pasa es más probable que la tasa de paro supere el 14%. La mala coyuntura no es sólo un asunto estadístico. Según la EPA, hay en España 638.100 hogares con todos sus miembros en paro, es decir, 84.300 más que en el trimestre anterior. Son familias que no pueden pagar sus hipotecas ni sus préstamos y que se ven impelidas a restringir al máximo los gastos de consumo.

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El drama del paro familiar conduce a la espiral que profundiza el deterioro económico. La morosidad de los préstamos bancarios sube de forma acelerada y se sitúa ya en los límites del 3%. El aumento de la morosidad, relacionado con el creciente número de parados, intensificará la restricción de los créditos y realimentará la sequía de liquidez hacia particulares y empresas. Ése es el mecanismo de causas concatenadas que puede desembocar en una recesión duradera.

En plena vorágine de las crisis financiera e inmobiliaria superpuestas, la mejor respuesta es acelerar la inversión pública, sostener las prestaciones de desempleo y aplicar de forma inmediata las medidas para aumentar la liquidez financiera. La agilidad de las instituciones públicas, como demuestran los precedentes de otras crisis graves, es condición imprescindible para sostener la actividad económica. De ahí que no sean de recibo los retrasos en la inversión en infraestructuras, prometida por el Gobierno como una acción anticíclica esencial. Si las inversiones ministeriales se aplican con retraso, se estará cometiendo una irresponsabilidad inexcusable.

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