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Reportaje:

La ley de las Williams

Venus gana el Torneo de Maestras y demuestra el desgobierno del tenis femenino

Venus Williams venció ayer en la final del Torneo de Maestras a la rusa Vera Zvonareva (6-7 (5-7), 6-0 y 6-2). Su triunfo debería convertirla en la mejor tenista del planeta. El título, sin embargo, transmitió el sinsabor de los finales anunciados. El tenis femenino vive instalado en el más absoluto desgobierno. La sucesión de nombres entronados en el número uno este año -Maria Sharapova, Ana Ivanovic, Serena Williams, Jelena Jankovic...- es interminable. Tanto que el puesto ha perdido cualquier prestigio por una ley inapelable. La ley de las Williams. Venus y Serena, diseñadoras, actrices eventuales, empresarias y testigos de Jehová, se entrenan poco, juegan menos y luego ganan donde, cuándo y cómo quieren.

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El resumen lo pone Conchita Martínez, campeona de Wimbledon en 1994, que sigue disfrutando del tenis femenino pese a una ausencia sonada: "¡La marcha de Justine Henin fue un palo!".

Retirada la tenista belga, nadie puede con las hermanas estadounidenses, dos chicas que se toman las cosas con calma: Venus, por ejemplo, anunció este año que se tomaba un descanso por razones personales que parecieron espirituales, paseó de la mano de su novio, golfista, cuando decidió volver para conquistar Wimbledon y acabó llevándose el oro olímpico en dobles junto a su hermana, Serena. Ésta, por su parte, se impuso en el Abierto de Estados Unidos. Su reacción constituyó toda una declaración de interés por su deporte: la victoria le llevó hasta el puesto más alto de la clasificación, pero entre entonces y el Torneo de Maestras sólo jugó un torneo -¡sólo uno!- y lo perdió casi por incomparecencia.

"No es que las Williams jueguen cuando quieren, es que no pueden llevar el ritmo de las otras, de una Jankovic, por ejemplo", rebate Martínez: la estadounidense jugó 51 partidos frente a los más de 80 de la serbia. "Venus es muy difícil de ganar por su potencia. Si le entra el saque, es difícil defenderse y tomar la iniciativa. Te mueve de lado a lado y ahí cambia todo", continúa; "a mí, Venus me gusta contra según qué jugadora. Contra Serena, por ejemplo, no me llena porque son muy parecidas. Contra las jugadoras que les aguantan la bola y les obligan a defenderse, sí. Yo prefiero más variedad, pero no creo que el tenis de hoy sea sólo pegar y pegar... A veces, la fama te la crean. Se lesionan bastante. Se tienen que dosificar. Que cada vez que vuelvan ganen es impresionante. A cualquiera le gustaría hacerlo. ¡Ya me gustaría a mí!".

"Hay veces en las que todo te sonríe para que luego, súbitamente, todo se caiga en el agua". Venus reflexionó así ayer sobre sus altibajos durante la final. La frase, sin embargo, es extensible al total de su temporada. Victoriosa a golpe de deseo. Desaparecida a conveniencia. Irregular y marcada por una decisión de la WTA, el organismo rector del circuito, que se llevó el torneo final de Madrid a la exótica Doha, en Qatar, a cambio de 32 millones de euros por tres años de concesión. Las tenistas que se salten uno de los cinco torneos principales no podrán jugar los dos siguientes. Ironías del destino, la decisión ya tiene nombre: la ley antiWilliams.

Día clave para Nadal

Rafael Nadal se someterá hoy en Barcelona a las pruebas médicas que determinarán si la tendinitis que sufre en la rodilla derecha impide o no que juegue entre el 21 y el 23 de este mes la final de la Copa Davis contra Argentina. "Todavía no está bien", reconoció ayer a este diario Toni Nadal, su tío y entrenador, que excepcionalmente acompañará al tenista a la prueba; "creía que a estas alturas no tendríamos problemas, pero todavía tiene dolor. Bien, bien, no está. Está a medias". Nadal se retiró lesionado del torneo de París y, tras renunciar al Torneo de Maestros de Shanghai, lleva nueve días con antiinflamatorios, fisioterapia y crioterapia local.

Venus Williams, ayer junto a la esposa del emir de Qatar.
Venus Williams, ayer junto a la esposa del emir de Qatar.AFP

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