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Reportaje:Empresas & Sectores

Y ahora a buscar capital

El Santander mete presión al sector, que dice no necesitar refuerzos

Íñigo de Barrón

Parece que llueve menos. Al menos para el problema de la liquidez. El jueves próximo comenzará a funcionar la máquina del Estado para prestar dinero a las entidades financieras. El problema del efectivo sigue presionando, pero se espera que entre la liquidez del Banco Central Europeo (BCE) (que ha enchufado la manguera al 3,25% a un plazo de seis meses) y los 200.000 millones dispuestos por el Gobierno, la situación empezará a amainar.

Sin embargo, y casi en paralelo, se complica otro asunto: la necesidad de que las cajas de ahorros y los bancos refuercen sus niveles de capital para sobrevivir con más tranquilidad en la tormenta. Buena parte de los Gobiernos europeos, además del estadounidense, han reforzado a sus principales entidades con inyecciones de capital. La mayor parte de los que han recibido este dinero tienen fuertes pérdidas por los activos tóxicos o por las actividades de la banca de inversión.

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España, donde no hay entidades contaminadas ni actividad de banca de inversión, ha vivido al margen de este problema hasta ahora. Sin embargo, cuando se van a cumplir los 15 meses del inicio de la crisis, el problema del capital empieza a hacerse real. Hace 15 días, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, gobernador del Banco de España, dijo: "Parece lógico pensar en retener más beneficios, sin olvidar las ampliaciones de capital y la emisión de cuotas participativas en las cajas".

Hasta ahora había dos factores que presionaban para que las entidades se reforzaran: la morosidad y la incertidumbre sobre cuánto tiempo puede durar la crisis. Desde el lunes pasado, hay uno más: la ampliación de 7.200 millones que ha hecho el Santander para elevar el core capital. Tras este extraño nombre se esconde un ratio que indica, de manera genérica, el porcentaje de capital que tiene una entidad financiera para hacer frente a los riesgos de todo tipo que ha asumido.

El Santander ha realizado tres compras desde el inicio de la crisis: el Sovereign de EE UU y Alliance & Leicester y Bradford & Bingley del Reino Unido. Si no hubiera hecho esta ampliación de capital, tras el pago de estas adquisiciones (realizadas con acciones), su ratio de core capital hubiera descendido hasta el 5,78%, aproximadamente. Tras la colocación de acciones, el Santander se quedará en el 7,1%.

Hasta ahora era suficiente con alcanzar el 6%. Sin embargo, con la crisis y el posterior refuerzo de los Gobiernos europeos, algo tan etéreo como "el mercado" exige elevar el capital hasta el 7% o el 8%, dicen los analistas. Tanto Emilio Botín, presidente, como Alfredo Sáenz, vicepresidente del Santander, negaron dos veces que necesitaran ampliar el capital. Posteriormente, el banco justificó la operación "por las exigencias del mercado y por el refuerzo de los competidores, que han tenido ayudas de los Gobiernos". Merrill Lynch y su nuevo dueño, Bank of America, así como Credit Suisse, Calyon y Fox-Pitt Kelton, han asegurado la ampliación.

JPMorgan abandonó a última hora el sindicato de bancos, aunque considera que "es una magnífica operación, que tendrá éxito y que lo único malo es no formar parte de ella", según la entidad norteamericana.

Desde el anuncio de la operación, el Santander ha caído en Bolsa un 16%. A continuación, toda la presión de la Bolsa recayó en el BBVA (con un core del 6,4%), que negó tajantemente que necesitara más capital "por su estrategia prudente, la solidez de su balance y el control de riesgos". En una nota interna enviada a las oficinas, el BBVA acusó al Santander de tener una política "mucho más agresiva", "sin que a la fecha se conozca en toda su extensión los impactos finales de algunas compras". La dura nota no fue bien acogida ni en el Banco de España ni en el mercado, donde algunos lo vieron como una muestra de debilidad.

Igual que el BBVA, el Banco Popular, Bankinter y el Sabadell han negado que necesiten ampliar capital, aunque también reconocen que "no se puede nadar mucho tiempo contra la corriente del mercado. Si aprietan los inversores, algo habrá que hacer", dice un directivo de una de estas entidades.

Pero desde el punto de vista contable su argumentación es que no necesitan más capital porque no tienen activos tóxicos, ni banca de inversión. "Además, con el nivel de provisiones del sistema español, amén de las plusvalías que se guardan en las carteras, la situación es mejor". De hecho, los expertos creen que el BBVA, a diferencia del Santander, todavía puede reforzarse con las plusvalías de un acuerdo de venta, con derecho a recompra, de las oficinas, así como la venta de su participación en Telefónica o una emisión de acciones convertibles, como la realizada por el Santander.

Otra palanca que tienen los bancos es congelar o reducir el dividendo. El Santander ha comentado que el dividendo con cargo a 2008 será de unos 0,70 euros, un 7,7% más que el del ejercicio anterior, pero en 2009 se congelará en los 0,70 euros por título. BBVA, Popular, Sabadell y Bankinter descartan tocar el dividendo, aunque coinciden en que "no se puede hablar a largo plazo". Otro directivo considera que "la Bolsa está anticipando la caída de los dividendos bancarios porque los títulos ofrecen una rentabilidad desmesurada. Si de verdad no caen, subirán las acciones con fuerza".

¿Y qué pasa con las cajas? Las dos más grandes, La Caixa y Caja Madrid, tienen un core capital del 8,8% y el 7,4%, respectivamente. Sin embargo, otras más pequeñas tienen menos capital y morosidad creciente. Además de emitir cuotas (para que las compre el Gobierno), las cajas pueden recortar, como han anunciado, su "dividendo social", es decir, la obra social. Ahora destinan el 18% de sus beneficios. También se pueden fusionar, sobre todo si se cambia la ley para que lo hagan entre entidades de diferentes comunidades autónomas, para ser más fuertes y eficientes. Por último, podrían vender parte de sus redes de oficinas, ya que tienen demasiados para una época de crisis: 25.000 sucursales, 10.000 más que los bancos. -

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Sobre la firma

Íñigo de Barrón
Es corresponsal financiero de EL PAÍS y lleva casi dos décadas cubriendo la evolución del sistema bancario y las crisis que lo han transformado. Es autor de El hundimiento de la banca y en su cuenta de Twitter afirma que "saber de economía hace más fuertes a los ciudadanos". Antes trabajó en Expansión, Actualidad Económica, Europa Press y Deia.

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