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Cambio en la Casa Blanca
Columna
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Piratas como símbolo

Francisco G. Basterra

En la antigüedad la piratería era un negocio estatal. Las patentes de corso las expedían los monarcas. Isabel I de Inglaterra contrataba con sir Francis Drake, que en 1584 saqueaba Cádiz en nombre de la Corona. O en 1671, Henry Morgan tomaba Panamá para hacerse con la plata y el oro del Imperio español. Cinco siglos más tarde, piratas procedentes de un Estado fallido amenazan las aguas del Índico y del golfo de Adén, boca del mar Rojo y paso al Canal de Suez, por donde circula la mitad del petróleo mundial. Es la ruta más rápida de Asia a Europa y luego a las Américas.

¿Qué mejor símbolo del gran cambio que está sufriendo el mundo, que el espectáculo de bandas de piratas de un no Estado operando a placer contra la libertad de navegación desde zodiac de goma? La fragata india Tabar hundió en la noche del martes, a 350 millas del suroeste de Omán, a uno de los buques nodriza de los corsarios. Otro apunte de ese nuevo reparto del orden mundial que ya se dibuja: una nación emergente, que junto con China representa el desvío del poder hacia Asia, interviene contundentemente donde EE UU y la OTAN no consiguen imponerse.

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La Marina norteamericana tiene como objetivo estratégico mantener abiertas al comercio mundial las vías de comunicación marítima. El 90% del comercio global se realiza por el mar. Los piratas del Cuerno de África tienen hoy en su poder 17 presas y más de 200 rehenes mientras esperan, en una tierra sin ley ni orden controlada a medias por islamistas radicales, el cobro de los rescates. La mayor autoridad militar de EE UU, el almirante Michael Mullen, admite la impotencia del poderío naval de su país para impedir el secuestro de superpetroleros cargados con millones de barriles, como el caso del saudí Sirius Star. Los piratas somalíes ya operan a 400 millas de la costa de África Oriental, en un área de 3 millones de kilómetros cuadrados, seis veces la superficie de España.

Una flotilla de siete fragatas y destructores de la OTAN, a los que se unirá una española, ya patrullan en estas aguas sin tener clara su misión, de momento disuasoria, ni las reglas de enfrentamiento. Su objetivo es mantener abierta y protegida una estrecha ruta marítima de 1.000 kilómetros de longitud y 10 de anchura. Rusia también ha enviado unidades navales. Los buques de guerra no suelen disponer de más de 15 minutos desde que reciben el SOS del abordaje. Si intervienen y capturan piratas, ¿dónde y quién les juzgaría?

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De momento, parece que los bucaneros, todavía autónomos, sólo buscan cobrar sustanciosos rescates: 25 millones de dólares este año. Pero la ausencia de un Estado merecedor de tal nombre en Somalia y la presencia de grupos yihadistas próximos a Al Qaeda, hacen temer una posible reconversión de estos piratas en terroristas. Ya están probablemente pagando al yihadismo el uso de los más de 3.000 kilómetros de costa de Somalia ¿Podría sufrir Obama una primera crisis internacional en el Índico? Clinton tuvo en Somalia uno de sus primeros fracasos internacionales, con cadáveres de marines arrastrados por las calles de Mogadiscio.

Si la piratería no es atajada, pueden subir los fletes y los seguros. Las navieras tendrían que cambiar las rutas desde Asia hacia Europa al no poder atravesar el canal de Suez. Están ocurriendo tantas cosas y a tanta velocidad que somos incapaces de digerirlas. "Nos encontramos ante una transformación del mundo sin precedentes", nos advertía el lunes en Madrid Joschka Fischer, ex ministro de Exteriores de Alemania. La lectura atenta de los periódicos nos sepulta como un alud de nieve e incrementa la dosis de incertidumbre y miedo que están atenazando a la ciudadanía. Hemos perdido la perspectiva y nuestros cerebros no siguen esta rueda loca. No sabemos más a pesar de que nunca hemos estado mejor informados.

No podemos entender lo que nos está pasando porque nunca nos ha pasado. Y las recetas que se están aplicando pertenecen a una época y a un mundo ya inexistente. Cunde la sensación de que, por primera vez en dos generaciones, nuestros hijos puede que vivan peor que sus padres. fgbasterra@gmail.com

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